lunes, 3 de agosto de 2015

UNOS DÍAS INTENSOS DE PEREGRINACIÓN

Obispado de Cádiz y Ceuta

Comenzamos el día 22 saliendo de la diócesis y celebrando Misa en la Catedral Nueva de Salamanca y, aunque no pudimos entrar en la Trapa de Dueñas, llegamos a dormir a Palencia. Después de la primera noche ya empezaba a notarse el ambiente de familia, y es que, los jóvenes que se incorporaban por primera vez, se sintieron muy acogidos por el resto del grupo.  El día 23 pudimos visitar Burgos, contemplar “el mar de Castilla”, el monasterio Real de las Huelgas y celebrar en la Catedral de Burgos. En cada homilía D. Rafael nos alentaba a no seguir los criterios del mundo como borregos... sino a ser amigos de Jesús, a tener sus criterios, su estilo, su vida. Continuamos camino hasta Loyola, en donde nació y se entregó a Dios San Ignacio de Loyola. En ese mismo lugar donde este gran santo se rindió ante el Señor, hicimos lo mismo, pudiendo pedir perdón a Dios confesándonos.
Ya en San Sebastián, tuvimos el privilegio de celebrar la Misa en la capilla del Sagrado Corazón de Jesús del Monte Urgull con D. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián. Éste nos habló de que sólo el Señor puede sanar nuestro corazón, herido por tantas cosas. Tras la misa y unos buenos pinchos donostiarras, al fin, llegamos a nuestro destino: Lourdes. La Virgen nos tenía preparadas muchas cosas. Fueron 3 días llenos de sorpresas, alegrías y reencuentro con el Señor. Quizás de lo más impresionante era ver tantos miles de enfermos en sillas y camillas, llevados por tantos voluntarios, que pedían con auténtica fe a la Virgen y pronunciaban oraciones desde el corazón. Muchos de los jóvenes han salido con el propósito de ir de voluntarios a ayudar con los enfermos.
Durante los días en Lourdes disfrutamos de la adoración, la procesión con los enfermos y bendición con el Santísimo, la impresionante Misa internacional presidida por el Cardenal Blázquez, arzobispo de Valladolid, momentos en la gruta, visita de los lugares de Bernardette, Vía Crucis... y los Rosarios nocturnos de antorchas. Las tres noches que estuvimos en Lourdes pudimos participar en él: miles y miles de personas a una sola voz rezando el Avemaria. De los momentos más intensos fue la última noche, en que varios de nuestros jóvenes tuvieron el privilegio de cargar a la Virgen y otros tantos de llevar antorchas, uniformados con la camiseta azul de nuestra peregrinación, y ser los guías de tantísimas personas que esa noche unían sus plegarias hasta el cielo.
Con gran pesar de todos, porque nos habríamos quedado a vivir allí, nos despedimos de la Virgen con lágrimas en los ojos. Y cuando pensamos que ya estaba todo vivido, nos encontramos en Barbastro, en donde tantos mártires dieron su sangre por Cristo y han sido semilla de santidad. Nos quedamos muy impresionados con el testimonio de estos mártires claretianos y del santo obispo de la diócesis de Barbastro.
La siguiente parada fue Javier, cuna de otro gran santo español: San Francisco Javier. Realizamos una mini Javierada, pero suficiente para disfrutar de la foz de Lumbier y convertirnos en peregrinos que, andando, pedían la intercesión de este gran santo para ser verdaderos apóstoles. También pudimos disfrutar de la sonrisa del Cristo de Javier que a tantos ha arrebatado el corazón. Tras una buena velada nocturna, cargamos energías para al día siguiente visitar a nuestra Madre en el Pilar de Zaragoza. Celebramos la Misa en la Santa Capilla y pudimos venerar el Pilar en donde la Virgen se apareció a Santiago Apóstol en carne mortal para darle ánimos para continuar con la evangelización de nuestro país. Tras dejar Zaragoza, llegamos a nuestra penúltima etapa: Ávila. No podíamos dejar de visitar los lugares teresianos y ganar el jubileo en este año santo.
Visitamos el monasterio de San José, el de la Encarnación, la casa natal de la Santa, las murallas... un día tranquilo para disfrutar de tantos amigos como habíamos hecho. Esa tarde tuvimos nuestro último rato de adoración con el Señor, en el que se derramó sobremanera en muchos corazones y hemos podido contemplar sus maravillas. También fue especial la velada de aquella noche; entre todos tuvimos 2 horas de momentos divertidísimos: bailes, cantos de diferentes grupos, juegos...
La última etapa, pero no menos importante, fue el Cerro de los Ángeles, en donde pudimos consagrar nuestras vidas al Sagrado Corazón de Jesús y después, ir a celebrar la Misa en el convento de MM. Carmelitas descalzas de la Aldehuela, en donde Santa Maravillas de Jesús está enterrada y puede ser venerada. Después tuvimos una comida riquísima para celebrar el cumpleaños de nuestro obispo, D. Rafael.
Ya de vuelta, en el autobús, muchos peregrinos compartieron su experiencia por el micrófono y todos dimos gracias a Dios por esta peregrinación, que ha sido una bendición para todos y cada uno. ¡Preparándonos ya para la peregrinación de octubre a Ceuta y la JMJ de Cracovia!
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