sábado, 1 de agosto de 2015

ANTONIO SALAS SÁNCHEZ; POR JOSÉ MARÍA VIEYTES BEIRA






Hoy 31 de julio de 2015, festividad de San Ignacio de Loyola, fue el día elegido por el Señor, dador de vida -de vida y de resucitados- para llamar a Antonio y llevárselo definitivamente al reino, que tiene preparado en el Paraíso para los que como Antonio, tiene garantizado, una vida eterna gozando de su presencia y de su infinita misericordia.

Asociar a San Ignacio, al padre Loring y a Antonio Salas junto con su íntimo amigo Wily Caramé, resulta ser un tríptico de fecunda y agradable evidencia. Fueron ellos, los que introdujeron en la isla a tan elocuente, pionero e incansable viajero jesuita, estudioso y defensor de la Sábana Santa como fue el Rvdo. P. Loring.

Testigo que le trasladó a Antonio, al que le ocupó gran parte de su tiempo libre al estudio de los dos paños bíblicos más misteriosos, importantes y representativos de la pasión de Cristo: la Sábana Santa y el paño de la santa Mujer Verónica.

Antonio además, fue un cofrade muy comprometido con el mundo de las hermandades y cofradías isleñas, pero especialmente con la música, la carga -cuyo ejemplo más palpable y real- lo tenía en su propio hermano Alberto, autor de un magnífico libro dedicado a la manera de andar los Pasos en La isla, en donde desvela los entresijos de este apasionante mundo.

Tuve la suerte de tenerlo como alumno y aún conservo vivo el recuerdo de su rostro, esbozando su simpatía y constante sonrisa, truncada ahora y representada hoy por otro rostro idéntico y tremendamente parecido al suyo en la persona de su hijo, que me conmovió al verlo destrozado de dolor portando, la “carga” del gran Paso de la Resurrección de su querido Padre camino del Cielo.

También tuve la suerte, que Antonio en sus primeros compases allá por los decenios de los sesentas en aquella incipiente Radio La Isla, llevase a la antena, a modo de coloquio y mesa redonda uno de mis primeros artículos cofrades, titulado Ser Cofrade, al que Antonio, le prestó una gran difusión y cobertura ¡Gracias Antonio!

Y hoy ante estas semblanzas y otras más íntimas que me reservo y que han quedado en el anonimato, pero que siguen fervorosamente guardadas en la complicidad de Antonio con la mía, no puedo permanecer callado y excepcionalmente rompo mi silencio anunciado hasta el Curso Cofrade que viene en esta sección, para dedicarle estas breves, improvisadas, aunque sentidas y emocionadas líneas como homenaje a la figura tan entrañable y comprometida que fue Antonio con los suyos y con su Iglesia. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, Bendito sea Dios. Antonio te fuiste muy pronto y sólo el Señor sabe por qué. ¡Descansa en Paz!

José María Vieytes Beira. San Fernando. 31.07.15.














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