
La
situación es complicada, porque aunque existan unos protocolos, la mayor parte
de los padres no saben cómo actuar, al igual que los centros e incluso las
delegaciones de educación y si actúan unos y otros muchas veces ya es demasiado
tarde y el daño es muy profundo en la persona acosada. Estamos hablando de
niños acosados desde muy temprana edad, en la que no tienen mecanismos de defensa para esas
problemática y padres que piensan que eso no les va a pasar a hijos suyos y
cuando se encuentran con esa realidad están con las manos atadas por falta de
formación y desconocimiento, pero hay que buscar entre todos una solución a un
problema que está a punto de irse de nuestras manos.
No
podemos caer en el simplismo de pensar que siempre va a ser casos que se den en
centros de zonas conflictivas, en niños de familias desestructuradas y que los
acosadores vengan también de los mismos ambientes familiares. Se da en
cualquier centro escolar, con padres de cualquier nivel educativo y económico y
tanto acosados como acosadores pueden venir de cualquier tipo de familia,
aparentemente adaptadas a la convivencia social. Y tampoco podemos pensar que
siempre los niños que acosan son niños con problemas psicológicos a priori que
les incapacite para distinguir entre el bien y el mal.
Aquí
debemos ir más allá de esa explicación basada solo en el entorno familiar o del
barrio, hay que ir más bien a la educación en general y al modelo de sociedad
en el que estamos todos incluidos.
Una
de las cosas que sabemos, es que con los recortes educativos que llevamos
sufriendo hace años, los centros están saturados no solo de niños con una ratio
que a veces no se cumple, si de
problemas para lo que no están preparados los profesores y éstos no reciben
ayuda por parte de las delegaciones de educación a nivel psicológico para
enfrentarse a esos problema.
Pero
todo empieza antes, cuando en el sistema universitario español una de las
carreras que se considera “maruja” es precisamente la de Magisterio, cuando
debería de considerarse la primera y principal carrera del sistema de formación
para las futuras generaciones, porque si
no hay buenos profesores motivados, no habrá buenos profesionales
motivados el día de mañana. Un buen médico puede surgir no solo cuando acaba la
carrera de Medicina, puede surgir el día que entró en su colegio y tuvo buenos
orientadores y formadores que le encauzaron en el camino que le llevo a ser un profesional
en la carrera que ha elegido. Al igual que un buen profesional surge de una
familia que está verdaderamente implicada en la formación académica de su hijo
pese a todas las dificultades que eso conlleva y no piensa que el colegio es un
mero cesto donde su hijo está incluido unas horas para que los padres trabajen
o hagan lo que quieran y que además por ley es obligatorio hasta los 16 años.
Si ya es bastante complicado motivar a los adultos tal como están las cosas,
pedir que esos mismos adultos motiven y den a valorar la enseñanza que sus
hijos reciben casi es pedir un milagro. Pero tampoco se han puesto las bases
para que esta motivación y valoración se dé.
Yo
ya no sé cuantos planes de estudio y cambios en el sistema llevamos y a cada
cual peor, no hay nada más frustrante que el cambio habitual dentro de un mismo
sistema. Para empezar la educación escolar debería de ser algo consensuado
entre todos los partidos y para un largo plazo de tiempo a nivel nacional, y no
que según el partido político que gane unas elecciones así será el modelo porque
no hay quien se aclare y según en la zona que se viva del país se tienen las
asignaturas con uno u otro contenido.
Luego
es vital la formación para los padres y profesores, más que para los niños
porque el centro escolar no es para
educar, para educar son las familias y el foco del problema está dentro de las
familias y es transportado a los centros escolares.
Existe
un protocolo en los centros para estos casos, pero personalmente creo que es
lento y además los alumnos muchos saben antes lo que está ocurriendo pero por
miedo a ser acusados de chivatos o por la presión de los acosadores no suelen
hablar del tema si no es entre ellos y hay que romper ese círculo vicioso con
una política de formación para que los alumnos comprendan primero que es una
situación que por no hablar pueden sufrirla ellos en otro momento y segundo que
no son chivatos, y es fundamental reforzar la empatía y la solidaridad del
grupo frente a los acosadores que normalmente son una minoría en clase pero
protegida por el silencio y el miedo. El centro sabe perfectamente cuales son
los alumnos conflictivos y su problemática familiar si la tienen y hay que
hacer un seguimiento mucho más estrecho, no es cuestión de demonizar pero
tampoco de mirar para otro lado y si ellos no pueden por falta de personal o
formación hay que hacer casi lo imposible para que las delegaciones de
educación se impliquen realmente en el problema. Y sobre todo, hay que dejar de
oír la famosa frase “son cosas de niños” porque por muy niños que sean las
consecuencias son de adultos.
SHABBAT SHALOM
Mara Herrera
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