En una labor de voluntariado organizada por el capellán, distintos grupos de marines de Estados Unidos destinados en la base de Morón de la Frontera (Sevilla) dedican algunas horas a realizar labores de mantenimiento en un convento de clarisas. «Son un grupo muy cariñoso. Nuestra relación ha florecido»
Cuando pensamos en la labor que hacen los militares estadounidenses destinados en las bases de nuestro país, es muy poco probable que la imagen que se viene a la mente sea la de fornidos marines, con ropa civil, haciendo tareas de mantenimiento… en un convento.
Pero es lo que hacen durante su tiempo libre, en el convento de las clarisas de Morón de la Frontera (Sevilla) los marines y soldados de la Fuerza Especial de Respuesta de Crisis para África del Cuerpo de Marines, destinados en la base cercana. El edificio tiene casi 500 años –más antigüedad que el país del que proceden estos voluntarios castrenses–, y mantenerlo en condiciones no es fácil para las monjas.
Desde que la unidad aterrizó en España en abril de 2013, distintos grupos de marines y soldados han visitado varias veces el convento. En cada visita, se hacen cargo de una tarea distinta: lijar la pintura vieja y enlucir las pareces, poner mortero en las zonas desgastadas, o simplemente encalar las paredes.
«Distinto de lo que esperaba»
El organizador de estas visitas es el teniente coronel Richard Roe. En declaraciones a un medio de comunicación de las Fuerzas Armadas estadounidenses, explica que visitar a las monjas «da a los marines una perspectiva que quizá nunca han tenido. Salen en proyectos de servicio como éste y ven la dinámica. Ven el impacto que tienen, y cambia su visión del mundo. Les da el sentido de que tienen algo que ofrecer, y la gente aprecia tenerme cerca».
«Justo el otro día –continúa– me topé con un marine que había venido con nosotros en la última visita. Había sido algo diferente, distinto de lo que esperaba. Lo había disfrutado tanto, que quería decirme que la próxima vez que vayamos quería estar allí y participar otra vez».
¿Y cómo ve un militar, entrenado para el campo de batalla, la vida contemplativa de las religiosas? «Son un grupo muy cariñoso y tolerante. Nuestra relación ha florecido por su preocupación y aprecio por los marines». A los lectores poco acostumbrados a la labor de las monjas, les explicaba: «Una de las formas en las que las clarisas ganan dinero para abastecerse y ayudar a la comunidad es haciendo dulces, tartas y galletas. Los venden y el dinero que ganan vuelve a la comunidad» de Morón a través de las obras de caridad que sostienen. «Es una relación de amor con la gente».
Sargento Paul Peterson / María Martínez López
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