Es lo que dijo Vinicio Riva después de ser abrazado emotivamente por el Papa Francisco, el 6 de noviembre de 2013. Vinicio supera los 50 años y sufre desde niños los síntomas de la neurofibromatosis que le desfigura el rostro. Sus palabras son testimonio de lo que un gesto puede generar y transformar.
En una entrevista a la revista italiana "Panorama" dijo que se quedó sin habla cuando el Papa no dudó en tocarlo: "Sus manos eran tan suaves. Y su sonrisa tan clara y abierta. Pero lo que más me sorprendió es que no se planteó si abrazarme o no. No soy contagioso, pero él no lo sabía. Lo hizo de todas formas: Me acarició la cara, mientras lo hacía, yo sentía solo amor... En primer lugar me besó la mano, mientras con la otra me acarició la cabeza y heridas. Luego me atrajo hacia él en un fuerte abrazo y besó mi cara. Mi cabeza estaba contra su pecho, sus brazos estaban envueltos alrededor de mí, Duró poco más de un minuto, pero me pareció una eternidad.
El encuentro con el Papa marcó un nuevo comienzo para él: "Me dirigí a mi tía y le dije: Aquí dejo mi dolor". El hombre, con discapacidad grave, muchas veces rechazado y marginado, afirmó que el gesto del Papa fue como "estar en el paraíso".
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