Hay personas que aunque las conozcas de relativo
poco tiempo parece que han estado ahí toda la vida.
Eso es lo que nos ha pasado con Beltrán y Maya.
Hace un tiempo indeterminado, pues eso es lo que
me pasa de un año para acá porque desde mi operación el tiempo propiamente
dicho ha dejado de tener importancia para mí, que me encontré con esta pareja
un día que coincidimos las dos parejas desayunando cada una en su mesa en el
mesón “Los Caños”.
Cómo siempre que entro saludo a Carlos y Ana,
saludo a los vecinos que allí están desayunando, cojo el diario, si está
disponible, o me pongo a charlar con Mateos, Isabel o cualquiera de las
personas que tanto quiero de mi bendito pueblo.
Soy algo observador cuando entro en un
establecimiento público pues a eso me enseñaron cuando hubo un tiempo ya remoto
en el que tenía que estar en alerta y vi a una pareja que ciertamente me
cayeron bien desde el principio. Ella me saludó con una dulce sonrisa y él con
una amigable mirada. Ella de estatura normal y él bastante alto así le distinguía
una sempiterna gorra y un gesto de sentirse a gusto.
En un simple saludo, en una simple sonrisa, en
unos ojos ensimismado en ese horizonte que se abre ante nosotros más allá del
Caíllo que parece que nos protege de
todo mal, pude atisbar más que si hubiéramos conversado y hablado largamente.
Los días pasaron y nos los volvimos a encontrar
tomando café y sobre todo en Misa.
Hetepheres, que no se le escapa ni una, me decía:
“Mira que pareja, jóvenes, de Iglesia, muy similar a nosotros: Jesús tenemos
que conocerla”.
Y estábamos predestinado que nos conociéramos…
Un día después de saludarnos en Misa porque aquí
en nuestro bendito pueblo se mantiene la autenticidad de esa pureza de saludar,
conversar e interesarse por nuestro vecinos como ha sido toda la vida, cuando
nos íbamos nos encontramos con Maya, que a su vez, estaba metiendo las cosas en
el coche para ellos también partir.
Una breve conversación entre Hetepheres y Maya
hizo que ya quedáramos para que quince días después nos viéramos y nos conociéramos
de forma personal. En ese mientras tanto ya habíamos conectado vía Facebook y
también mediante el móvil.
Cuando Dios quiere se luce y esta ocasión fue una
prueba fehaciente y palpable de como el Señor maneja los hilos de la mejor
manera.
Pasaron los quince días a esa velocidad que pasa
el tiempo y que casi no nos damos cuenta que ha transcurrido.
Quedamos en vernos después de la Eucaristía
dominical. No era una cita a ciegas porque nos poníamos cara aunque no nos
conocíamos. Después de Misa coincidimos con Juan, Mara, Familia y entre todos,
como el que no quiere la cosa, nos encontrábamos sentados en “La Posada”
charlando amigablemente como si nos conociéramos de toda la vida.
En semanas posteriores quedábamos en el mismo
sitio y lugar para que con una buena copa de brandy de por medio iniciáramos
una tertulia de esas que no tiene tiempo ni hora.
Las coincidencias eran máximas: Los dos cofrades,
los dos con pensamientos muy similares, los dos verdaderos enamorados de Jesús
Sacramentado, los dos adoradores del Santísimo, los dos eternos enamorados de
nuestra mujeres que son nuestro faro y guía en tantas cosas…
¡Y ahí nació una amistad de las de toda la vida!
Dios quiso que Beltrán fuese articulista de mi
blog “Sed Valientes” y además de mucho éxito en cuanto a seguimiento de todo lo
que escribe así como que por sus naturales inquietudes creara el blog más
completo de información general de todo lo que tenga que ver con Villaluenga
del Rosario. Entrar en webvillaluengadelrosario.blogspot.com en hacerlo en un
amplio abanico de información de todo lo relativo a nuestro querido y amado
pueblo.
Beltrán es un ser de personalidad arrolladora,
extrovertido, ingenioso, generoso, divertido, lleno de espiritualidad y de amor
que se acerca al verdadero enamoramiento de Jesús Sacramentado ante el cual
puede pasar horas sin límites del día.
Maya es una mujer dulce, cariñosa, que se dedica
plenamente hacer feliz a su marido. Es prudente, trabajadora, cauta y todo
corazón.
Beltrán y Maya es el reflejo del espejo de
nuestras propias vidas con sus normales diferencias que los hacen
verdaderamente únicos.
Beltrán y yo, junto a Hetepheres y Maya, somos dos
verdaderos enamorados de Villaluenga del Rosario a la cual le dedicamos horas y
horas en nuestras conversaciones cuando estamos juntos e incluso separados.
Los dos nos ensimismamos con esa majestuosa
amanecida donde el color rompe el cielo cuando el sol sale por el puerto de las
viñas o nos embriaga cuando se oculta tras el Caíllo que es esa enorme montaña
que acuna a Villaluenga mientras le canta la mejor de las nanas.
Los dos notamos enaltecer nuestros corazones
cuando descubrimos ese paraje recóndito y escondido al ojo humano en medio de
la sierra donde la naturaleza es más rotunda y se nota con más fuerza a Dios
ante su obra creadora o compartimos nuestras emociones en esa foto donde hemos
podido captar lo que el corazón solamente puede ver.
Beltrán y Maya son un Matrimonio ciertamente
ejemplar donde los dos trabajan, se esfuerzan, dedican su preciado tiempo a
Dios, a su Familia, amigos y a Villaluenga del Rosario.
Debo reconocer que nos conocemos hace poco aunque
parece que lo hemos hecho toda la vida y eso también pasa con nuestras mujeres
pues yo conozco a Hetepheres hace nueve años, ocho llevamos casados, y parece
como si nos conociéramos desde pequeñitos y algunas veces pienso, cuando
suceden estos casos, que es así porque el Señor nos tenía reservados para que
compartiéramos nuestras vidas en el momento más oportuno de nuestras vidas.
¡Así ha sido con Beltrán y Maya!
Cuando estamos juntos siempre estamos ideando
proyectos que seguramente se convertirán en realidades, siempre estamos
hablando de nuestras inquietudes, compartiendo confidencias en medio de risas,
ocurrencias y bromas donde la conversación se puede tornar en eterna para esos
que miden los tiempos y se pasan la vida entre límites y horarios.
Dios y la vida me han enseñado, a base de
experiencia, que debemos disfrutar del presente sin fijarnos mucho en el pasado
aunque mantengamos la esperanza en el futuro porque lo de ayer ya no se puede
solucionar y lo de mañana no podemos ni llegar.
He tenido el privilegio y honor de compartir con
vosotros el Vía Crucis más auténtico, puro, lleno de piedad que recuerdo y que
fue el pasado Jueves de Pasión en la Iglesia de San Miguel en nuestro amado
pueblo de Villaluenga del Rosario, he tenido el privilegio y honor de compartir
horas y horas junto a vosotros que tanto me enseñáis y de los que aprendo
porque sois iguales siendo diferentes.
Los dos, mi querido Beltrán, somos felices como
dos niños chicos hablando de nuestros temas, tomando una buena copa de brandy o
fumando un buen puro aunque no seamos fumadores. ¡Eso es pureza!
Ahora no estáis pasando un buen momento con la
delicada enfermedad coronaria del padre de Maya, ahora os estáis consumiendo
entre el lógico cansancio de tantas horas de hospital y la preocupación por el
caso concreto de un ser tan querido y tan imprescindible en vuestras vidas,
ahora que necesitáis más que nunca de esa mano amiga nos honra el saber que
sabéis que tenéis las nuestras. Vuestra confianza en estos momentos de
preocupación y dolor, el que sepáis que nos encontramos cerca de vosotros, que
nos tenéis a vuestra entera disposición, es el mayor regalo que me nos ha
podido hacer Jesús que permanece todos los días en el Sagrario.
Esta Semana Santa está siendo para vosotros una
verdadera Semana de Pasión. Con ella estáis sintiendo y haciendo vuestra el
dolor de Cristo Jesús que vino al mundo al salvarnos y darnos respuestas a
nuestros padecimientos, tristezas e incertidumbres. Esta semana está siendo más
santa y pura que todas las que habéis vivido con anterioridad. ¡Ahí se ve la
Grandeza del Señor!
Este año mi querido Beltrán no te has revestido de
tu blanco hábito para acompañar al Señor de la Clemencia en la Estación de
Penitencia de cada Martes Santo en Jerez porque este año tu particular sudario
ha sido una habitación de hospital cuidando a un ser tan querido en medio de la
más cruenta realidad que es la enfermedad.
Hoy Jueves Santo ya que es el Día del Amor
Fraterno y cuando Jesús instauró el Sacramento de la Eucaristía por medio de la
Última Cena tendrás más presente a Cristo cuando vayas a los Oficios y te
pongas frente al Señor de rodillas ante Su Inmenso Amor.
Sabéis que nos tenéis para cuanto necesitéis, que
estamos a vuestra entera disposición, y cuando leas este artículo salido
directamente de los más puro que tenemos que es el alma sentiréis el calor de
nuestro cariño.
Termino este artículo cuando queda menos de un
cuarto de hora para que el Jueves Santo empiece alumbrar aunque la negritud de
la noche esté más presente que nunca sentado en mi patio una buena copa de
brandy con la que brindo por nuestra sincera y auténtica amistad. Este en mi particular regalo del Jueves Santo.
Recibid, queridos Beltrán y Maya, un fraternal
abrazo junto con nuestro cariño sincero, nuestras oraciones y con nuestra
amistad que por obra y gracia del Espíritu Santo se torna, porque así Dios lo
quiere, en hermandad.
Jesús Rodríguez Arias
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