DE POCO UN TODO
ENRIQUE / GARCÍA / MÁIQUEZ / | ACTUALIZADO 26.01.2014 - 01:00
Verdades escogidas
LOS datos del paro en España son buenos, pero para nuestra provincia un desastre: Cádiz sufre el récord absoluto. El día de ese mazazo, recibía un correo electrónico contra el barbarismo "poner en valor", que proponía el uso de "destacar el valor". Tuve un antipático movimiento reflejo: "¿El valor de qué, eh?" Entonces, por correo postal, me llegó, salvífico, el último libro del jerezano José Mateos: Silencios escogidos.
Son aforismos (o "divinanzas", como los llama él para subrayar su anhelo de trascendencia entre la niebla) extraordinarios, publicados en la exquisita y selectiva colección La Veleta. La función del periodismo es dar cuenta de la realidad, pero de la realidad entera, y del libro que tenía en las manos hay que destacar su valor, que es actualidad de la provincia también. Cierto que Mateos no tiene mucha fe en la prensa: "Palabras escritas en el periódico, conforme las leo, se borran". Ni aspira a triunfar: "Cualquier éxito es tóxico". Ni se hace ilusiones: "Las ideas de mala calidad pesan poco y por eso viajan más". Pero la misión de quien escribe una columna es enfrentarse a muerte a cada uno de esos axiomas.
Merece la pena hacer lo posible para que Silencios escogidos llegue a cuantas más personas, una a una. Por su poesía irremediable: "Al principio del tiempo, ¿qué música sonó para que todo -casas, cielo, algunos árboles al fondo..."- siga temblando hoy, todavía". Y también por su visión crítica, aunque me llame, ay, antiguo: "El sentirse parte de un plan universal fue la gran felicidad de los antiguos que ninguna de nuestras comodidades y avances técnicos logrará compensar". Ante tanta instalación en la duda de Mateos ("Cuando no hay Dios, la más dura y peligrosa de las necesidades humanas es la necesidad de dar gracias"), yo digo lo de Charles Moeller sobre Camus: "Es un testigo de ese 'derrumbamiento metafísico' que yo deploro como el que más, pero que es un hecho".
Lo valioso es que lo encara con una indesmayable exigencia moral: "Para ser sinceros, no basta con decir la verdad, antes hay que merecerla". "Para aprender hay que tener mano dura con lo ya aprendido". "Qué difícil es ser el que uno es cuando uno ya sabe quién es". "El perdón es la victoria de un recuerdo anterior al olvido que el perdón supone". Y sin perder nunca en el laberinto el hilo de la esperanza: "El paraíso existe. Cada vez que nos alegramos, entramos en él".
Son aforismos (o "divinanzas", como los llama él para subrayar su anhelo de trascendencia entre la niebla) extraordinarios, publicados en la exquisita y selectiva colección La Veleta. La función del periodismo es dar cuenta de la realidad, pero de la realidad entera, y del libro que tenía en las manos hay que destacar su valor, que es actualidad de la provincia también. Cierto que Mateos no tiene mucha fe en la prensa: "Palabras escritas en el periódico, conforme las leo, se borran". Ni aspira a triunfar: "Cualquier éxito es tóxico". Ni se hace ilusiones: "Las ideas de mala calidad pesan poco y por eso viajan más". Pero la misión de quien escribe una columna es enfrentarse a muerte a cada uno de esos axiomas.
Merece la pena hacer lo posible para que Silencios escogidos llegue a cuantas más personas, una a una. Por su poesía irremediable: "Al principio del tiempo, ¿qué música sonó para que todo -casas, cielo, algunos árboles al fondo..."- siga temblando hoy, todavía". Y también por su visión crítica, aunque me llame, ay, antiguo: "El sentirse parte de un plan universal fue la gran felicidad de los antiguos que ninguna de nuestras comodidades y avances técnicos logrará compensar". Ante tanta instalación en la duda de Mateos ("Cuando no hay Dios, la más dura y peligrosa de las necesidades humanas es la necesidad de dar gracias"), yo digo lo de Charles Moeller sobre Camus: "Es un testigo de ese 'derrumbamiento metafísico' que yo deploro como el que más, pero que es un hecho".
Lo valioso es que lo encara con una indesmayable exigencia moral: "Para ser sinceros, no basta con decir la verdad, antes hay que merecerla". "Para aprender hay que tener mano dura con lo ya aprendido". "Qué difícil es ser el que uno es cuando uno ya sabe quién es". "El perdón es la victoria de un recuerdo anterior al olvido que el perdón supone". Y sin perder nunca en el laberinto el hilo de la esperanza: "El paraíso existe. Cada vez que nos alegramos, entramos en él".
No hay comentarios:
Publicar un comentario