La semana laboral no ha sido mala, ni mucho menos, empezó con sentimientos muy fuertes emocionalmente hablando, con la presentación del cartel de la Semana Santa de San Fernando donde se recordaron a las cinco víctimas de La Isla del accidente ferroviario de Santiago, mis recordados y queridos Ignacio, Antonio, Rosa, Francisco y Esperanza, y como ha terminado mejor ni hablar ni mencionarlo porque las situaciones inverosímiles existen y se dan en más ocasiones de las que parece.
¡Hoy es sábado! ¡Hoy es el día de irnos a Villaluenga del Rosario!
Ayer por la tarde fui hacia la Iglesia de Pastora dando un largo paseo y tranquilo paseo por la calle Real, Rosario en solitario y lo hice acompañado por mi hermano Leo López Carrasco hasta el barrio más tradicional y cañaílla.
Mientras caminaba al calor de los pensamientos, recordando mis "ayeres" pensaba para mí que hay cosas que han cambiado aunque todo siga igual.
Por que Dios quiere que sea así llevo una vida algo trashumante y no paro mucho tiempo en un sitio determinado porque lo mismo puedo estar en Cádiz, en Jerez, en San Fernando, en Madrid, en Valladolid, en Villaluenga o donde el Señor me llame. También, a estar desarrollando mi vida por vía del apostolado de bloguero católico, me adentro en esos "mundos" de Dios y lo mismo estoy con noticias de España, Francia, Italia, Pakistán, Estados Unidos, Honduras, México, Indonesia, China... Sí, estoy físicamente en un sitio aunque mi mente, mi corazón y mi atención están donde en ese momento me halle tratando una noticia o conversando con cualquier hermano de cualquier parte del mundo. ¡La globalización tiene estas cosas!
Pero esté donde esté siempre termino en mi hogar, en mi lugar, en mi casa: Villaluenga del Rosario.
Para mí llegar a mi bendito pueblo es hacerlo a la calma, a la tranquilidad, a ver los buenos amigos, a caminar por su empinadas calles o trasladarte a la inmensidad de la Presencia de las presencias cuando admiro esos paisajes que nos rodean.
Un día y medio en mi pueblo supone la gasolina suficiente para afrontar con garantías el resto de la semana, una semana o más perdido en su día a día es sufrir tal desconexión que cuando llegas al particular día a día de obligaciones y responsabilidades parece que todo pasa porque tu mente y corazón están en otro sitio y lugar.
Me está pasando últimamente que cuando estoy en la calle o en cualquier sitio veo pasar el mundo a mi alrededor con sus prisas, agobios, problemas, mezquindades, riquezas y yo permanezco en mi sitio caminando a mi ritmo y siendo une espectador de lujo de cuanto está sucediendo.
A mi edad y con el bagaje de vida experimentado ya no quiero ser más de lo que soy, prefiero cada día más estar en mi "atalaya del olvido voluntario" aunque mi corazón y mi palabra se hagan presente todos los días. Cada día me afectan menos las maldades y gozo más con las pequeñas e ínfimas cosas que Dios te va regalando a lo largo del día. Los honores los dejo para otros porque vivir instalado en esa humildad que el Señor te da es vivir la Gloria aquí en la Tierra.
Con esto no quiero decir que no asuma mis responsabilidades presentes y venideras aunque todas ellas las pongo en manos de nuestro Padre Celestial que es el que mejor ve que puede ser bueno para mi vida en todo momento y situación. Saber abandonarse en los Brazos de Jesús para que haga y deshaga en tu vida es vivir en la paz, la felicidad que da la Fe. Por eso hasta las situaciones más difíciles y complicadas de la vida se hacen llevaderas porque sabes, al fin y al cabo, que aunque eres de este mundo no perteneces a él porque nuestro verdadero lugar es vivir eternamente en la Casa del Padre y para eso me preparo, con la intercesión de María Santísima, todos los días de mi existir.
Dentro de media hora larga ya estaremos camino de Villaluenga del Rosario y allí volveré a pasear, a conversar, a meditar, a leer y a escribir porque la inspiración viene cuando Dios quiere y el lugar lo permite.
¡Feliz sábado a todos! Que Dios os bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
Muy buenos días querido amigo Jesús.
ResponderEliminarCuando leo estas reflexiones, me veo también reflejado, pero con una diferencia, no soy ahora demasiado viajero físicamente, pero sí, los viajes que se hace de aquí para allá, es como si yo también lo estuviere haciendo, y me alegro en ese recorrido. Pues en todo buscamos la compañía del Señor.
A distinto de este testimonio, que tu hermano te acompaña, mis hermanos van a la suya, y no me acompañan, Además, encuentro en la soledad una ventaja, estar más tiempo con el Señor, ya que hay conversaciones entre familia, y precisamente no son la preocupación por los intereses de Cristo Jesús, Y esto lo trato de evitar, conversaciones y complicidades con lo que no es Voluntad de Dios, no me interesa.
Hace muchos años me marchaba de casa, unas veces para recorrer larguísimas caminatas, Santiago de Compostela, Andalucía, pero a Barcelona en tren, y en menores distancias, por otros senderos, montañosos, y con la alegría de vivir de cara a Dios, que siempre está a nuestro lado. Que no nos abandona.
Yo admiro, pero admirar no es suficiente, a esos benditos de Dios, que consiguieron ser ermitaños. Y quería también marcharme a la isla de Mallorca, pues escribí a unos ermitaños para ver si podían admitirme también en esta vida de santidad, como ermitaños. En otra ocasión, quise marcharme a Francia, para vivir como San Francisco de Asís, pero los dolores no me dejaron marchar, pues en esta enfermedad renal, que lo veo como una purificación para mi mala vida, me impidieron seguir adelante. Pero doy gracias a Dios, porque la enfermedad, no es mala, sino una bendición que nos va purificando paso a paso, hacia la santidad y a la vida eterna. Pero no por eso tengo que cantar victoria, sino que necesito ser momento a momento, más fiel a Dios.
Doy gracias a Dios, que los síntomas de la gripe, de momento la fiebre ya ha pasado, pero las toses, parece que van a menor. ¡Bendito sea Dios!