El Papa escribe a los obispos americanos en un retiro espiritual. En el contexto del escándalo de los abusos, llama a la "conversión" y a la "comunión fraterna" contra la mera lógica de la organización
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
El Papa quería acompañarlos en este retiro, para pedirle al Señor que "muestre el camino de vida, que como Iglesia estamos llamados a recorrer para el bien de todo el pueblo que nos fue confiado”.
“Entre ustedes no debe suceder así”
El Papa, en su carta, llama la atención sobre un punto neurálgico: “la credibilidad de la Iglesia se ha visto fuertemente cuestionada y debilitada por estos pecados y crímenes, pero especialmente por la voluntad de querer disimularlos y esconderlos… La actitud de encubrimiento, lejos de ayudar a resolver los conflictos, permitió que se perpetuasen e hirieran más profundamente el entramado de relaciones que hoy estamos llamados a curar”.
Estas situaciones también son generadoras de tensiones internas no sólo en las comunidades locales, sino entre los obispos. Francisco llama a estar atentos a que los conflictos entre personas o cualquier recriminación, no opaquen la búsqueda de soluciones. Considera necesario revisar la manera de relacionarnos con las comunidades, pero también, la manera en que nos relacionamos entre pastores y con las cosas que se nos han confiado para administrar.
El Papa expone que no solo es tiempo de buenos administradores, sino de pastores que asuman de manera colegiada la actual misión. Para ello hay que “sumergirnos mejor en la realidad, intentando comprenderla y escucharla desde dentro sin quedar presos de la misma”.
El cuerpo de la Iglesia estadounidense necesita reconocerse pecador, pero está llamado a la conversión. Esta no debe banalizar la respuesta, sino que debe” escuchar la voz del Señor que se encuentra en la calma y dejarse convocar por su palabra”.
Ser servidores
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El clima desde el que los obispos norteamericanos deben realizar su misión es de amistad y servicio. Hay que evitar caer en la trampa de la funcionalidad y eficiencia propia del mundo de los negocios. La credibilidad, afirma el Papa, “nace del servicio sincero y cotidiano, humilde y gratuito hacia todos, especialmente hacia los preferidos del Señor”.
Hay que estar atentos a no caer en la dinámica de “un mundo propenso al odio y la marginación, a la desunión y a la violencia entre hermanos” porque la misión de la Iglesia es “ser tierra de encuentro y de hospitalidad no solo para con sus miembros sino con todo el género humano”.
El Papa termina la carta, haciendo un llamado a “testimoniar de modo concreto y creativo que Dios es Padre de todos”. Esta misión será exitosa si trabajamos con otros actores sociales para luchar por ser “instrumentos de unidad, de concordia y de paz”. Este momento pasa por la cruz. No podemos evitarla. María que camina al lado de su Hijo, ayude a perseverar, esperando hasta que llegue la luz de Dios.
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