“Los laicos no son el futuro de la Iglesia, sino el presente”
En el último trimestre del 2018 fue nombrado por el obispo diocesano Delegado Episcopal para el Apostolado Seglar. Hablamos con Francisco Pavón de su llegada al cargo y de las directrices que va a tomar su delegación para reavivar la participación de los laicos en la vida de la Iglesia.
¿Cuáles son las líneas del proyecto que se marca como Delegado de Apostolado Seglar?
Partiendo de la base de que consideramos a los laicos como un activo importante para la Iglesia; creo que “hay que poner en valor el Apostolado Seglar”, potenciando la formación del laicado, para que dé respuestas a los hombres y las mujeres de hoy… actualizar nuestra formación con un criterio cristiano. Nadie puede vivir de las rentas de lo que aprendió con la catequesis de Primera Comunión o Confirmación.
Esa formación implica ser capaces de manifestar nuestra fe, de decir claramente “soy cristiano” y transmitir la alegría del evangelio. Sí, el mundo necesita “la alegría” que es lo que nos anima, nos da esperanza y fuerzas y además es propia del evangelio; pero no se puede dar una buena noticia con cara triste. Ya decía Santa Teresa que “un santo triste es un triste santo”.
Vivir y profundizar en la pertenencia a la Iglesia. Tratar de vivir como comunidad o perteneciente a algún movimiento o asociación; y como miembros de la Iglesia, tenemos una misión apostólica que aunque para un seglar no tiene horas, lugares ni momentos: su trabajo, familia, eventos sociales… DIOS SÍ, LO PIDE TODO. Pero cada uno tiene que personalizar su compromiso.
Propiciar momentos, encuentros, entre los diferentes movimientos y asociaciones para dinamizar la misión, propia de una “Iglesia en salida”. Con olor a oveja, como dice el Papa. Entrar en una dinámica de crecimiento y dar el paso que se pueda dar, pero no estar paralizados ni inmóviles por el pesimismo o por no contar con el viento a favor… que luego vendrá un segundo y un tercer paso… No pensemos que el evangelio y la santidad requiere una perfección inmaculada o es inaccesible para mí o para ti… es para gente imperfecta, lo dice el Papa. Estaremos equivocados si pensamos que sólo podemos llevar a cabo aquello en lo estamos seguros de que podamos dar la talla perfectamente.
De alguna forma, “afrontar los retos actuales”. No nos puede bastar con la herencia recibida… hay que poner en valor el evangelio “HOY, AQUÍ Y AHORA”. Se está produciendo una desamortización del laicado en el ámbito público, nos hemos centrado en la caridad y en el culto, y la primacía de Dios se queda en lo privado. Y en un mundo donde reina el individualismo, la ansiedad y la negatividad hemos de ofrecer nuestro mensaje: que comparte, que es abierto y que se implica.
Nuestra diócesis cuenta con una amplia representación de movimientos y asociaciones que entran dentro de la Pastoral del Apostolado Seglar ¿Cómo valora esta presencia en la diócesis?
Efectivamente, son muchos y muy diversos y lo valoro positivamente. Trataría de conseguir una mayor unidad y sinergia entre ellos en la línea de que todos conozcamos mejor al otro y juntos nos apoyemos en las actividades y propuestas que se organicen.
En una palabra, trataría de fortalecer la comunión. Primero animando a la pertenencia a un movimiento o asociación con su carisma concreto. Yo parto de la base de que “no se tiene identidad sin comunidad” y de que es bueno que tengamos que evitar una conciencia aislada que piense “yo trataré de salvarme” y “sálvese quien pueda”. Creo que el roce con los demás e intentar salvarnos con ellos nos acerca más a la santidad. Por lo tanto, planteamos una cultura del encuentro que a través de la comunicación llegue a la comunión. No tratar de acentuar diferencias sino de trabajar unidos.
Trataremos de potenciar la coordinación entre movimientos y asociaciones. “Debemos buscar la unidad de acción, sólo así podremos ser significativos”, “No como una fuerza que quiere conquistar, sino con una palabra que aporta en la sociedad española”.
A finales del pasado año participaba en las Jornadas de Apostolado Seglar de la CEE dedicadas a La llamada a la santidad en el contexto actual. ¿Qué ha supuesto esa participación? ¿Cuáles fueron las principales aportaciones?
Sí, en el último fin de semana de octubre tuve la oportunidad de participar en las XXXIX Jornadas Nacionales de Apostolado Seglar, que se celebraron en Madrid y estuvieron organizadas por la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal Española, con el lema como dices: “La llamada a la Santidad en el contexto actual”.
Para mí, recién llegado al compromiso de desempeñar la función de Delegado de Apostolado Seglar en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, significó una oportunidad de contactar con personas que tienen esa misma responsabilidad en otras diócesis españolas y de conocer el trabajo que realizan en el ámbito nacional muchos movimientos y asociaciones; que alguno de ellos conocía y otros no tanto.
Uno de los puntos de los que se habló en esas jornadas fue el próximo congreso nacional sobre el laicado ¿Qué espera la Iglesia de los laicos en una sociedad laicista?
Los laicos no son el futuro de la Iglesia, sino el presente, porque ellos son la mayoría del pueblo de Dios y quienes están más en contacto con las realidades temporales, con muchos espacios en los que la Iglesia no sabe cómo situarse. Precisamente con el congreso, que tiene como objetivo la razón de ser de la Iglesia que es la Evangelización. Se trata de suscitar Evangelizadores con una renovación del espíritu, pues tenemos una desamortización del laicado en la vida pública; esperamos que el congreso nos ayude a repensar la tarea de los laicos en la Iglesia y en el mundo.
A su juicio, la Iglesia en España ¿valora e impulsa el trabajo del laicado?
Creo que la Iglesia española se ha dado cuenta de que durante demasiado tiempo, los laicos han sido tratados como ‘ciudadanos de segunda’ en la Iglesia.
El presidente de Apostolado Seglar de la CEE, Javier Salinas, ha reconocido que la conciencia de la responsabilidad laical en España “posee un gran potencial evangelizador”.
El dato ofrecido por el portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo, “la Iglesia española tiene un magnífico potencial, con más de 400.000 laicos activos, en 85 movimientos y asociaciones familiares, independientemente de hermandades, cofradías y otras realidades”.
Y ese casi medio millón laicos comprometidos, en España, están dispuestos a dar un paso al frente.
Movimientos especializados, asociaciones apostólicas, grupos de apostolado. Grupos pro-familia, por la educación, en la vida religiosa, en la defensa de los valores cristianos. “Hay que activar esta fuerza”, recalcó Gil Tamayo, quien invitó a los laicos a “que se muevan en el ámbito de los colegios, de las órdenes religiosas, de la política, llamados a transformar la sociedad”.
Al mismo tiempo, ¿hemos asumido realmente, los laicos, la llamada a la santidad real y el apostolado activo que se lleva haciendo, de manera especial, desde el Concilio Vaticano II?
La percepción del Concilio es afirmar que los laicos no son súbditos o meros servidores de los pastores, sino sus hermanos. Los límites siempre son difíciles de definir, sin embargo se debe de trabajar en armonía con la Iglesia jerárquica. El laico tiene que hacer énfasis y defender su laicidad, porque el laico no es un cura a medias. Debe de ser consciente de las tareas que no le corresponde, sino que debe vivir su ser cristiano como laico en los ámbitos donde desarrolla su vida, su labor profesional, en su familia, en el congreso en la república, en los medios de comunicación, etc., ahí donde se juega la vida de las personas. Imprimir los valores del evangelio ahí donde está, ser la sal del mundo. Y trabajar en armonía con la iglesia Jerárquica.
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