Confraternidad Carcelaria lleva a Alcalá-Meco Militar la adoración eucarística. «Cristo estuvo en la cárcel y se siente a gusto entre los presos», dicen los promotores
Es la prisión de Alcalá-Meco Militar, el centro penitenciario español donde van los miembros de las Fuerzas Armadas que tienen alguna deuda pendiente con la justicia. En la actualidad, pasan allí sus días cerca de 70 internos; y desde hace algunos años, los acompaña también Jesús en el sagrario. Ahora, un grupo de voluntarios de Confraternidad Carcelaria ha impulsado las primeras adoraciones al Santísimo en este lugar.
Todo surgió de casualidad. Un domingo, hace ya varios años, un interno de El Salvador vio la apagada la luz del sagrario y la encendió aunque el Santísimo llevaba ya mucho tiempo sin reservarse. «Yo siempre he visto en mi país esta luz encendida», se excusó, pero este error sirvió para que el capellán y los voluntarios de Confraternidad Carcelaria empezasen a pedir los permisos necesarios para comenzar a reservar al Señor de nuevo.
«Y como el Santísimo no puede estar sin que nadie lo visite, nosotros nos comprometimos a ir todos los jueves, y además se lo ofrecimos a todos los internos, porque ellos mejor que nadie conocen la necesidad de ser visitado», dice Carmen Rubio, una de las responsables de Confraternidad Carcelaria, impulsora de la iniciativa.
Desde entonces «han ido pasando cosas muy bonitas: estabas en la capilla y de vez en cuando pasaban dos o tres chicos a rezar, un interno hizo unas vidrieras, otro realizó un vía crucis artesanal…», afirma Carmen, que lleva evangelizando en las cárceles españolas desde el año 1985.
«Cristo bajo las especies de los internos»
Hoy, Alcalá-Meco Militar una más de las cada vez más numerosas cárceles de España con sagrario, dice. Pero hay más: «Hace poco hubo unas Confirmaciones aquí y vino el obispo castrense, Juan del Río, y le propuse celebrar los jueves una adoración al Santísimo, aquí mismo». Dio su permiso y desde hace pocas semanas se expone al Señor mientras los internos trabajan en el programa La Peregrinación del Prisionero, con el que los internos crecen en la fe y en el trato con Dios.
«En la primera adoración estuvimos acompañando al Santísimo dos horas, mientras algunos chicos entraban de vez en cuando a rezar. Está siendo muy bonito. La adoración dentro de una cárcel es una cosa sublime, y nos permite hacer intercesión por todos los presos», continúa Carmen, que asegura que «Cristo estuvo en la cárcel y yo creo que se siente a gusto en la cárcel, con estos chicos. En el sagrario está Cristo vivo, pero en la cárcel está además Cristo vivo bajo las especies del preso. Él pasó la ultima noche de su vida en la tierra en la cárcel; y conociendo a la gente de la prisión, estoy segura de que ellos fueron los únicos que le consolaron esas horas. Además, el primer santo es un ladrón y un asesino, canonizado por Jesús en un minuto. Por todo esto yo siempre les digo a los chicos: “Jesús tiene mucho feeling con vosotros”».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
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