«Los cristianos en Tierra Santa: el desafío de la paz construida día a día»: este era el hilo conductor del encuentro del pasado 9 de mayo en la iglesia parroquial de Longuelo (Bergamo, norte de Italia). Fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, intervino en el diálogo con monseñor Francesco Beschi, obispo de Bérgamo, con la participación de don FabrizioRigamonti, director de la Oficina para la pastoral de la cultura y de la Oficina de bienes culturales de la diócesis de Bérgamo. El evento se desarrolló en el contexto del “Bergamo Festival – Construir la paz”, que tuvo lugar del 3 al 13 de mayo de 2018 con el tema “Reconciliación. Restablecer los nudos en la sociedad de los conflictos”.
El Custodio explicó que los cristianos en Tierra Santa son aproximadamente 170.000, el 2% de la población, y que desde 1948 hasta hoy su presencia ha ido disminuyendo contantemente: hace 70 años uno de cada cinco habitantes del Estado de Israel era cristiano. “Una presencia mínima, pero que quiere ser signo de esperanza y de construcción de paz”, como ha señalado reiteradamente fray Patton. Es una presencia sometida a duras pruebas en la vida cotidiana. Como por ejemplo en Siria, donde las comunidades cristianas en los últimos años han pasado de 300.000 habitantes a 30.000. Sin embargo, incluso allí el diálogo permanece abierto en la vida diaria.
A la pregunta de monseñor Beschi sobre la falta de paz en Oriente Medio en comparación con Occidente, el padre Patton respondió que la paz ha sido siempre el tema central de la misión de la Custodia, desde sus inicios hasta nuestros días, citando el ejemplo de la guerra en Líbano, Irak y ahora en Siria.
Una de las principales dificultades actuales es el muro, la barrera de separación que divide el Estado de Israel de los territorios palestinos. Se debe intentar superar el muro facilitando el encuentro y el conocimiento de las diferentes realidades de esta tierra: cristianos, musulmanes y judíos. Algunos ejemplos: en Jericó, en la escuela francesa a la que asiste un 90% de musulmanes, la Custodia está dando pequeños pasos para que los dos mundos vuelvan a encontrarse. O en Emaús, donde la comunidad local, con una sola familia cristiana, ha pedido ayuda para construir la escuela infantil.
La reconciliación empieza cuando uno vuelve a encontrarse, creando relaciones para sostener realidades creativas como el Magnificat, la escuela de música de la Custodia de Tierra Santa abierta a todas las confesiones. Esto también se aplica al respeto entre las distintas religiones, que permite al otro expresar su propia devoción en la oración.
Cuidar los Santos Lugares, como hace la Custodia, significa también cuidar a las personas. Porque alrededorde los Santos Lugares casi siempre hay también una pequeña comunidad cristiana, que necesita ayuda para poder vivir su fe.
“Nuestra presencia es, por tanto, y sigue siendo, una presencia minoritaria – decía fray Patton -, que reclama por nuestra parte la conciencia sobre nuestra condición y la dedicación al servicio de la minoría cristiana”.
Es una presencia que nunca ha perdido el significado que lleva en sí mismo este estrecho vínculo entre los Santos Lugares y los cristianos que viven y trabajan en estos lugares.
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