La Feria de El Puerto tiene una peculiaridad excelente. Su lunes de reseca sigue siéndolo de Feria. No dispone de día de descanso, porque el descanso es cambiar de actividad y descansar se puede hacer muy bien trabajando el martes siguiente. Es la mejor multitask que conozco.
Yo siempre he sido lento, tranquilo, tardío y procrastinador. Pensaba, por tanto, que con el lunes de Feria de mi pueblo se reconocía ese sesgo de mi carácter, que siempre esperaba que el milagro ocurra en el último segundo, incluso la diversión de la Feria, con los fuegos artificiales de la noche del lunes. En verano, septiembre es mi mes más intenso. En Semana Santa, la madrugada del Sábado Santo. Los fines de semana, contra el tópico, adoro las tardes de domingo. Un aforismo de Porchia me encanta: "El día no puede burlarse de quien no se burla de la noche". Hay que apurar la copa y hasta el rabo todo es toro.
Esto sigue siendo así, y hoy iré a la Feria, por supuesto, para aprovechar su lunes, pero la edad me ha regalado la distancia. Y la recomiendo. Ese afán desbordado que llegaba sin cumplirse a la noche de clausura de la Feria y que me hacía retrasar mi marcha cada noche, aunque estuviese agotado, con la garganta rota, los tímpanos sonados y los ojos irritados por el polvo, ha desaparecido. Las ganas de pasarlo bien son contraproducentes. Ahora voy a la Feria sin miedo ni esperanza, como los clásicos: "Nec spe nec metu". Incluso prefiriendo estar en otro sitio, si pudiese. El resultado es que la Feria se ha empequeñecido y que resulta mucho más divertida, sin perjuicio de que la hora de irse sea deliciosa. La Feria es un sitio al que se va un rato con la familia y los amigos y para cumplir un rito de la liturgia local. Ya no tiene en sus manos nuestro destino ni nuestro estado de ánimo.
Querría recomendarles esta actitud a los preadolescentes y a los jóvenes, que vivirán la Feria con una angustia que se merecen otras cosas. Pero sería para nada. Así que les deseo, en cambio, que aprovechen mucho el último día de Feria, que "un bel morir tutta una vita onora". Donde el verso de Petrarca dice "un bello morir" pongan ellos un buen final de Feria, que salvará u honrará todo un fin de semana, no más, pero tampoco menos. Quizá ni una Feria ni dos docenas de ellas sean suficientes para arrancarles el secreto. Toda la vida yendo te enseña que no son para tanto y que eso es lo mejor que tienen.
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