domingo, 28 de mayo de 2017

GUIÓN MALOGRADO; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ


Diario de Cádiz
Por poco partidario que uno sea del personaje, hay que reconocer que la vuelta de Pedro Sánchez tiene una épica evidente, con su aire de galán y su reaparecer victorioso en el Congreso del que salió tan vapuleado. Hay en toda esta historia mimbres cinematográficos. Mi amiga Ana Sanz-Magallón, experta en la materia, podría desengañarme, pero apuesto a que no. El planteamiento (los resultados electorales menguantes, el "no es no", el sorpasso suspendido), el nudo (la defenestración por la espalda, el desdén del aparato, las risitas y el cochecito leré) y, finalmente, el desenlace (las primarias apretadas, los avales que avalaron una posibilidad, la victoria final y la vuelta al Congreso y a Ferraz) darían para un guión de Frank Kapra, salvando las distancias, como una especie de Juan Nadiesocialdemócrata, o incluso para un Espartaco 2.0.
Me sorprende, por tanto, que no saque el partido que se podría. Tanto hablar los politólogos de lo importante que es crear una narrativa y, cuando la tienen delante de sus narices, se les está escapando viva. ¿Por qué?, me he preguntado.
En principio, porque están y estamos demasiado pendientes de las minucias partidistas: si toma o no represalias o qué sucederá con Susana Díaz. Pero eso podría integrarse perfectamente en la historia de la vuelta, y casi lo exige. Así que yo añadiría, sin descartar lo anterior, el ritmo frenético de la actualidad, que lo devora todo. En vez de pararnos a ver lo que ha pasado, ya estamos pendientes de lo que vaya a ocurrir: la moción de Iglesias, la Ejecutiva sin barones, los presupuestos de 2018, la respuesta unitaria al desafío catalán…
Con todo, hay una razón intrínsecamente narrativa para explicar por qué no se impone la narración espectacular de esta vuelta de película a la primera línea, como lo es, por encima de las antipatías y los prejuicios de cada cual, empezando por los míos. Se está abusando del enfoque religioso: Sánchez estaba muerto y resucitó, se proclama. Los más prudentes le han comparado a Lázaro. Pero lo milagroso desactiva la épica: ésta se basa en el esfuerzo y no en la taumaturgia. Y lo religioso, sobre todo, no casa con un PSOE laico a rabiar. Hace que el guión de lo sucedido se diluya en su flagrante incoherencia interna. A medio plazo, cambiaría muy poco; pero es curioso ver cómo ahora Sánchez desperdicia su primera oportunidad, la que él mismo se ha puesto en bandeja.

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