martes, 31 de enero de 2017

LA MEMORIA DEL CORAZÓN






Conocemos, por experiencia y por la frase de Pascal, que el corazón tiene razones que la razón no entiende. En Pulsaciones, la nueva serie de ficción que nos llega de la mano de Emilio Aragón a Antena 3, hay mucho de esta vieja sabiduría cordial.
Una serie de desaparecidos, buscar al culpable y una joven periodista: hasta ahí, originalidad cero. Pero la serie empieza a latir y a coger vuelo con la historia de un trasplante y la memoria del corazón del donante que se va incorporando lentamente al trasplantado. Todo un papelón que encarna Pablo Derqui, al que se le plantea el reto de vivir e interpretar dos vidas en una. Es verdad que hay que creérselo para que funcione, porque si no esta suerte de neurocardiopsicología naufraga y termina por perder el ritmo que necesita. Pero, si después del impacto, pasas la primera sesión de reanimación, lo asumes con la naturalidad de los superhéroes que vuelan. Es cierto que, además de traspasarse recuerdos (imprescindibles para ir resolviendo los interrogantes del caso), se atisba también el traspaso de detalles del carácter que, desde el punto de vista moral, le dan mayor riqueza a la trama.
Es muy interesante que el relato se articule en torno a un trasplante, poniendo en valor algo en lo que, afortunadamente, en España somos pioneros. Y muy interesante, también que, en medio del thriller y de lo macabro de los hechos, haya también un hilo conductor que apunta hacia la conversión: la definitiva, que es la del corazón.
Se deja ver con gusto y formalmente. La historia está bien contada, en habilidoso juego con las arterias de Madrid. Lástima que, si los giros de guion no dictan lo contrario, parezca demasiado previsible. Claro que todo trasplante necesita su tiempo. Solo llevamos tres capítulos de una primera temporada que promete diez y que ha empezado con muy buenos datos de audiencia. Si les gusta lo de adivinar quién es el malo, en Pulsaciones tienen material sensible para ello. Los martes, a las 22:30 horas, con el corazón en un puño.
Isidro Catela

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