Temuco - Las tierras habitadas por el pueblo mapuche en el sur de Chile viven desde hace algún tiempo en una espiral de violencia . Una Comisión Presidencial, establecida en julio de 2016, está tratando de tomar medidas para frenar el fenómeno, y con este fin se han adoptado 50 propuestas, entre ellas el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas y su representación en el Parlamento. El conflicto es particularmente grave en la región de La Araucanía, principal asentamiento del pueblo mapuche, que incluye la mitad del millón de indígenas presentes en el país sudamericano, habitado por unos 18 millones de personas. Entre las propuestas de la Comisión están: crear un registro nacional de víctimas de la violencia, asegurarles una compensación, apoyar el desarrollo económico mapuche y resolver el problema de la adquisición de sus tierras y devolverlas a los nativos. El paquete de propuestas llega después de que en las últimas semanas, en las zonas rurales de la región, se hayan verificado más de una docena de ataques incendiarios contra camiones de empresas forestales y almacenes causadas por desconocidos que, en algunos casos, han dejado folletos con reivindicaciones del movimiento mapuche .
“No se trata de la falta del estado de derecho, sino de la falta de respeto y de violación de los derechos humanos de una población. Es el mismo Estado el que viola sus derechos”, ha dicho el padre Bresciani como se lee en una nota recibida por la Agencia Fides. EL padre Bresciani es misionero jesuita y vive en la aldea de Tirúa, zona del conflicto. “Aquí todo funciona, la gente vive normalmente, siembra, recoge, trabaja”, dice el jesuita. “Los que hablan de ausencia del estado de derecho nunca han vivido aquí. No estamos en guerra”. Por su parte, Mons. Héctor Vargas, obispo de Temuco, capital de La Araucanía, ha dicho que “es una región herida y fragmentada” que atraviesa “un deterioro gradual del problema”. El obispo ha pedido el fin de la violencia “antes de que el odio termina con nosotros... si queremos desarmar las manos, hay que desarmar primero los corazones”.
“No se trata de la falta del estado de derecho, sino de la falta de respeto y de violación de los derechos humanos de una población. Es el mismo Estado el que viola sus derechos”, ha dicho el padre Bresciani como se lee en una nota recibida por la Agencia Fides. EL padre Bresciani es misionero jesuita y vive en la aldea de Tirúa, zona del conflicto. “Aquí todo funciona, la gente vive normalmente, siembra, recoge, trabaja”, dice el jesuita. “Los que hablan de ausencia del estado de derecho nunca han vivido aquí. No estamos en guerra”. Por su parte, Mons. Héctor Vargas, obispo de Temuco, capital de La Araucanía, ha dicho que “es una región herida y fragmentada” que atraviesa “un deterioro gradual del problema”. El obispo ha pedido el fin de la violencia “antes de que el odio termina con nosotros... si queremos desarmar las manos, hay que desarmar primero los corazones”.
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