Disponible y afable, Monseñor Gänswein repasa los 21 años de colaboración con el Papa emérito, sin olvidar la tristeza por las acusaciones "sin fundamento hacia el Pontífice," asombro por la renuncia de Benedicto XVI y dolor por el escándalo de Vatileaks. Comenta: "En abril, el Papa Benedicto XVI cumplirá 89 años: es como una vela, lenta y serenamente se apaga, como ocurre a muchos de nosotros. Está sereno, en paz con Dios, consigo mismo y con el mundo. Se interesa por todo y conserva su humor fino y sutil, con el que sabe "dar sal". Conserva una gran pasión por los felinos. En nuestros jardines, viven Comtesa y Zorro, dos gatos que siempre vienen a "saludar" al Papa emérito".
El arzobispo alemán habla, por primera vez, de su equilibrio interior sabiamente encontrado entre el cuerpo y el alma: "El verdadero secreto para mantenerse en forma es vivir una vida ordenada, tanto física como espiritualmente, y tener una brújula a seguir, con todas las dificultades y los fracasos humanos que por supuesto existen". Una vez al mes, con algunos sacerdotes amigos, va a Abruzzo para practicar senderismo o el esquí. De niño su sueño era llegar a ser como Beckenbauer. Hoy en día, con poco tiempo para practicar deporte, sin embargo, conserva lo aprendido: "Jugar en equipo te enseña la importancia de las reglas y la necesidad de respetarlas".
En una serie de declaraciones a corazón abierto, Monseñor Gänswein no oculta la historia de su vocación."No se produjo una iluminación especial", confiesa, "no fue una revelación, un evento deslumbrante. Hasta los 17 años, no tuve intención de convertirme un sacerdote".
"Después de la secundaria sentí la necesidad de encontrar el sentido de la vida. Por esta razón, decidí estudiar filosofía y teología en la Universidad. Luego, con la ayuda de un sacerdote, me di cuenta de que la vida te pide su precio y entré en el seminario ". Hasta el año 1995, cuando, durante un desayuno en el Colegio teutónico de Roma, conoce al entonces cardenal Ratzinger: "Fue un jueves por la mañana, cuando tuve mi primer encuentro "personal" con el futuro Papa", recuerda. "Después, hacia final de 1995, me pidió que colaborase en la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la cual él era prefecto. Desde ese momento trabajo con Joseph Ratzinger ".
Monseñor Gänswein vuelve sobre estos 21 años y admite: "Me han entristecido los numerosos ataques al Papa Benedicto. ¿Cuántas veces he tenido que escuchar y leer que Ratzinger no reaccionó de forma satisfactoria contra la pedofilia, cuando fue él, ya como cardenal, quien comenzó a comabtirla?. ¡Cuántas críticas, acusaciones y calumnias infundadas contra él en otras circunstancias! Esto me ha hecho daño. Y después el caso Vatileaks: me sentí personalmente afectado, porque yo di plena confianza a una persona que le ha traicionado sin escrúpulos".
Caso único en la historia de la Iglesia, el arzobispo alemán trabaja simultáneamente con dos Papas. De ellos dice: "Son diversos en su carácter, en su personalidad, e incluso en la forma de comunicarse y relacionarse. Para mí, trabajar con el Papa Francisco es un estímulo: él busca el contacto directo, incluso físico, acaricia y se deja acariciar, superando así las distancias personales. El Papa Benedicto, sin embargo, es más reservado: acaricia con la palabra más que con los abrazos. Son dos personalidades diferentes, pero lo más importante es que los dos son auténticos, ninguno de ellos trata de "copiar".
Una última reflexión sobre la renuncia de Benedicto: "Lo sabía desde hacía tiempo, la suya no fue una decisión improvisada, la maduró gradualmente y de forma segura. Para mí fue difícil digerir esta decisión y mantenerla el secreto. Yo traté de "rematar en contra" e hice algunas propuestas prácticas para facilitar el ejercicio de su ministerio petrino. Pero desistí cuando me di cuenta que Benedicto no me había confiado un pensamiento hipotético, sino una decisión definitiva".
Hoy en día, ¿cómo está Benedicto?: "Es un hombre anciano, cierto, pero con una gran lucidez; por desgracia, caminar se ha convertido para él en algo fatigoso, por eso utiliza un andador. Mantiene una correspondencia bastante amplia, pero no escribe más libros, se limita a dictar cartas a su secretaria. Voluntariamente lleva una vida monje, pero de ningún modo aislada: reza, lee, escuchar música, recibe visitas y toca el piano."
Por Agnese Pellegrini
FUENTE: famigliacristiana.it
TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL: Un puente de fe
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