Jesús ha Resucitado y nos ha demostrado con hechos lo que tanto nos dijo en palabras. Jesús ha Resucitado y ya no tenemos que temer absolutamente nada porque Él siempre está con nosotros.
Jesús ha Resucitado y con su triunfo nos muestra la senda para ser valientes ya que en este mundo, como en aquél entonces, a la hora de defender la Verdad que representa no valen ni las medias tintas ni los dobleces.
Jesús ha Resucitado y nos dice a todos y cada uno de nosotros: ¡¡SED VALIENTES!!
Jesús Rodríguez Arias
Se cumplió lo que estaba escrito y los peores pronósticos para los que desearon su muerte y por tanto su total desaparición: ¡Jesús ha Resucitado! Esta es la Buena Nueva que nos salva y nos hace apóstoles suyos.
La Resurrección de Cristo es el aldabonazo que necesitábamos para emprender nuestro particular camino de santificación por medio de vivir la Fe con verdadera intensidad sin importarnos el cómo ni el dónde ni el que dirán. Nuestra labor evangelizadora debe ser constante y vivida desde dentro porque solo lo que uno ama apasionadamente es lo que es capaz de transmitir con veracidad a los demás. Para hablar de Jesús hay que estar apasionadamente enamorado de Él, sentir que tu corazón late a un ritmo distinto cuando escucha su Evangelio, cuando rezas ante el Sagrario o cuando comulgas su Sacratísimo Cuerpo que convierte el tuyo en temporal Tabernáculo.
Y evangelizar, queridos hermanos, siendo fácil no lo es porque implica que tengamos que olvidarnos de nosotros, de nuestros intereses por el fin más supremo e importante que puede tener un discípulo de Jesús: El llevar Su Palabra de Vida a todos los rincones de este globalizado pequeño-gran mundo.
El ser cristiano, católico, defender la Fe y a nuestra Madre la Iglesia se paga aquí en la tierra con persecución y muerte, con desprestigio, con aislamiento, con impiedad, con mofa, con insultos, con humillaciones tantos de propios como de extraños.
El ser cristianos es poner el dedo en esa llaga que supura y decir abiertamente lo que no está bien, denunciar los desmanes de algunos, las cobardías de otros, la podredumbre de muchos. Dios nos hizo iguales y nos ha dado su Amor a base de inmensa Misericordia. Él no mandó a Su Hijo para salvar a los justos sino para curar a los enfermos, a todos los pecadores.
En este mundo hay demasiados intereses entremezclados, demasiados lobbys que presionan a diestro y siniestro, sobre todo esto último, para que se haga aquí según su torcida e interesada voluntad. Habría que cuestionarse quién es quién en esta partida de dominó pues a lo mejor nos llevamos alguna que otra sorpresa. Cristo no quiere nada oculto pues Él siempre hizo todo ante la vista de todos. Jesús no necesita una sociedad donde lo secreto, lo escondido, lo inmoral, se mire por donde se mire, manejen los hilos haciéndonos más sectáreos, más vendidos y menos libres.
Sí, ha Resucitado y con Él podremos cumplir la misión encomendada de llevar la Alegría que nos ofrece a todos los corazones de este mundo sin corazón. Sólo el que vive en Dios y hace suya su Palabra puede alcanzar a sentir que la Verdad ha llegado a su vida y en ella podrá encontrar la plena Libertad que nos hace ser y estar felices.
Y ahora lanzo unas preguntas que todavía me cuestiono. Hoy se acaba la Semana Santa como tal la entendemos por estos lares. Habrán quedado imágenes y sentimientos para el recuerdo de cada cual. Dentro de unas horas los pasos, atributos y túnicas volverán a la Casa de Hermandad para allí permanecer, si Dios y la autoridad competente lo permiten, otro año más. Ya se ha acabado esa impresionante de vivir la fe por medio de la religiosidad popular que tiene mayor importancia por cada día que pasa. Ahora bien, ¿Cuantos, por ejemplo, han cuestionado la idoneidad de que se haya celebrado una jornada masónica, sociedad diametralmente contraria a la Iglesia Católica, en pleno Domingo de Pasión? ¿Quién ha alzado la voz cuando se producen clamorosas profanaciones, ante las nauseabundas procesiones de radicales, contra nuestra Madre la Iglesia o a favor de la vida? ¿Qué tememos? ¿Que no nos paguen subvenciones, que no asistan a nuestros oficiales cortejos, que nos quiten el papel preponderante que ostentamos hace tanto tiempo? ¿Estamos comprados, vendidos?
No, hoy no es un día para tener miedo, ni temores, ni angustias sino que tenemos ser valientes y defender nuestra Fe en Dios, nuestro apostolado, por encima de espurios intereses, de compras y ventas que no nos llevan absolutamente a nada sino a nuestra particular perdición. Hoy Jesús nos dice alto y claro: ¡Id y propagad el Evangelio por todo el mundo! No olvidemos que por encima de todo tenemos que comprender y asumir de una vez por todas que nuestro Reino no es de este mundo. ¿Le haremos caso o seguiremos mirando “para otro lado”?
Feliz Pascua de Resurrección.
Jesús Rodríguez Arias
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