EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «...no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». (Evangelio del día). Hace unos días que Jesús dijo: "el que quiera oír que oiga". Jesús, en respuesta a la actitud de los fariseos cuando llama a Mateo, –¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?–, les dice esta observación. Tenemos, por un lado la respuesta de Jesús: "llama a los pecadores", por lo tanto, si eres llamado; ¿algún pecado tendrás? Y si te consideras "justo"; algo de vanidad, de presunción, de arrogancia y de ínfulas ¿pudiera haber? Por otro lado: la envidia y celos de los fariseos por no ser ellos "llamados", llegan a un "desprecio por lo que no se pudo tener". Un desprecio –y persecución– porque "no han sido llamados". Ahora yo me pregunto: ¿de qué lado estás tú? Y, por supuesto ¿de qué lado estoy yo? Varias cuestiones: Si "atacamos" al débil (o no tan débil) o si nos creemos que siempre tenemos razón, ¿somos muy justos? Si queremos someter, reprimir o dominar a alguien –aún pensado que hacemos lo mas equitativo y honesto–, ¿somos muy justos? Si ninguneamos a alguien, despreciamos, desvaloramos o desdeñamos a otros, ¿somos muy justos? Si me resulta molesto lo que me dicen con razón, ¿somos muy justos? Si me "engrío y me infatúo" porque al otro lo considero "inferior", –incluso de forma inconsciente–,¿somos muy justos? (Y aún hay más). De nuevo San Pablo en la diana: «Hermanos: Yo os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados». Y la vocación, precisamente, no es la de ser fariseo. Y no tengamos envidias: «A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo». Pues a ello. Santa María de Caná, ruega por nosotros.
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