2015-09-25 L’Osservatore Romano
Un standing ovation, con aplausos y aclamaciones, acompañó, el jueves 23 por la mañana, el ingreso del Papa en el aula del Congreso de Estados Unidos. Anunciado como The Pope of the Holy See, Francisco recibió una acogida calurosa, en una circunstancia solemne, para la primera visita del Pontífice a este lugar. Un calor testimoniado no sólo por el saludo de bienvenida, sino también por las treinta y seis interrupciones del discurso del Pontífice debidas a los aplausos que destacaron algunos pasajes —señal de atención y a menudo de adhesión, si bien alguna vez no unánime, hacia los temas tratados—, con frecuencia acompañados por otras ovaciones. A partir de la primera, cuando al inicio de la intervención agradeció la invitación a dirigirse a la asamblea plenaria del Congreso en la «tierra de los libres y en la patria de los valientes». Una atención manifestada también por los miles de personas que escucharon el discurso a través de las pantallas gigantes ubicadas en el pórtico occidental, sitio que desde los tiempos del presidente Ronald Reagan se usa para la ceremonia de toma de posesión del jefe de Estado, donde se había ubicado una tribuna para los invitados que lograron obtener un pase para el sector interno.
Como lo indica el protocolo, el único que habló fue el Pontífice, que pronunció su discurso en inglés, teniendo ante él el medallón con Moisés, ubicado entre los grandes legisladores, el único personaje, entre los representados en la sala, que mira directamente a quien habla desde el podio. Y precisamente a Moisés el Papa se refirió al inicio de la intervención, destacando que su figura es una síntesis del trabajo que corresponde a los políticos, llamados a defender al hombre a través de los instrumentos de la ley.
De nuestro enviado Gaetano Vallini
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