viernes, 21 de agosto de 2015

* CARTA A UN POLICÍA



Permíteme que no te ponga rostro ni siquiera nombre y apellidos pues en este escrito a forma de carta va dirigida a un Policía, que yo precisamente tengo ahora en la memoria de los recuerdos que nunca del olvido, aunque en verdad está escrita para todos y cada uno de los miembros que componen el Cuerpo Nacional de Policía así como también a sus familias que conforman la gran Familia del mismo.


Mi querido amigo:

Toda una vida con ese uniforme que puedo llegar a decir que es tu segunda piel aunque pueda pensar que incluso es la primera. El color ha cambiado con el pasar de los años, los modelos también y ahora son más cómodos para la misión que tenéis encomendada y que nunca sabéis cuando tendréis que actuar.

El azul oscuro solo roto por las letras que componen el sacrosanto nombre de la Policía en el pecho mientras a su derecha figura la placa. A vosotros se os ve desde lejos pues también en la espalda lleváis el nombre del Cuerpo al que pertenecéis con orgullo y los colores de la bandera de nuestra querida España como si estuvieran allí trazados con suaves pinceladas.

Reconozco que tanto el azul como el verde son colores muy característicos para mí pues con los dos me siento muy a gusto, los dos me dan y ofrecen seguridad, los dos santo y seña de una vida entregada a España. Hay más y a todos quiero aunque mi pasión, nada escondida por otro lado, siempre será el azul y el verde, el verde y azul.

Te noto cansado, ya son muchos los años que prestas servicio y aunque el mundo ha cambiado y en demasiadas ocasiones no para bien, mientras los avances tecnológicos parecen que se nos escapan por esa ventana imaginaria que se ha convertido al día de hoy entrar en internet, la gente prefiere no hablar y conversar de tu a tu, notando con solo mirar si el otro goza de la alegría o pena sus tristezas. Hemos pasado, querido y buen amigo, de un mundo real a otro virtual y eso hace que perdamos el norte de nuestras propias vidas porque lo que vemos nos parece tan asequible que después en la realidad es todo lo contrario.

Nos han dibujado una vida imaginaria donde todo es felicidad, todo se consigue pulsando una tecla, todo está a la mano de todos donde el sacrificio, el trabajar, el servir, la entrega, el estar y también el amar lo quieren hacer desaparecer porque “eso” pertenece a un pasado que hay que borrar. ¡Y así nos va!

Por eso pasa lo que pasa, por eso hay tantas decepciones, tantas amarguras, tantos fracasos, tanta inseguridad en si mismo, tanto rencor ante la vaciedad en la cual nos han querido instalar.

El mundo, o por lo menos el que te ha tocado vivir a ti, ha cambiado mucho en pocos años. Los delincuentes siempre son los mismos aunque los métodos sean diametralmente distintos.  En una sociedad sin principios no es que se hayan perdido los valores es que la mayoría han crecido sin conocerlos y entonces aparece el todo vale que es lo mismo que decir que “vale todo” y cuando “vale todo” la libertad, la seguridad, la paz, la tranquilidad se suele ver atacada y agredida. ¡Y ahí estáis vosotros! ¡Y ahí estás tú!

¿Cuántos años te quedan para que te llegue la jubilación? ¿Cinco, cuatro? Ni tú mismo me lo sabes decir pues aunque te encuentras cansado, los dolores hace tiempo que aparecieron para nunca dejarte, tengas ganas de estar con tu familia de la cual seguro que te has perdido algún que otro acontecimiento por estar donde debías estar no quieren ni pensar el momento que tengas que colgar el uniforme de tu vida aunque sé que llevarás tu placa en la cartera hasta más allá de la muerte.

¡Qué ingratos somos cuando miramos con desprecio, con superioridad chulesca, con cara de asco a los hombres y mujeres que componen el glorioso Cuerpo Nacional de Policía! ¿No nos acordamos cuando nos echaron una mano? ¿O es que vamos tan sobrados que nunca hemos necesitado de la mano amiga de un Policía? ¡Qué asco de sociedad estamos creando cuando los engendros más oscuros de la misma ahora nos están gobernando!

¿Qué puedan haber “niñatos” de poco más de treinta años que defiendan a los asquerosos asesinos de ETA o sus nauseabundos y necesarios colaboradores? ¿Qué sabéis vosotros para sentar cátedra y zaherir tantos sentimientos, tanta sangre derramada, tantos nichos en cementerios, tantas familias destrozadas, tantos españoles con el corazón roto y España, nuestra bendita Patria, destrozada?

Y si yo que estoy por fuera siento nauseas pienso que sentirás tú en lo más recóndito de tu corazón que ha visto tanto y nunca he visto quejarte de nada.

Ser Policía, como Guardia Civil, Policía Local o miembro de las FF.AA., tiene necesariamente que ser mayoritariamente vocacional. Sí, sé que la vida, las necesidades,  el paro que nos acucia, hace que muchos fijen su mirada en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado así como las Fuerzas Armadas aunque al final los que quedan, los mejores, los que se han preparado a conciencia, tienen un perfil único y es que todos desde jóvenes les tiraba la Policía o ser militar porque todos no están capacitados para este vida llena de sacrificios, de entrega, de generosidad, de servicio siempre a España guardando y salvaguardando la seguridad y la integridad de todos que como muchas veces pienso y digo no la echamos de menos hasta que nos falta.

Ahora te veo, mi querido y buen amigo, sentado tras una mesa recibiendo y tramitando denuncias o en el famoso D.N.I., atendiendo a todos con la mejor de las sonrisas, pulcra caballerosidad y eficacia contrastada. También sé que vas a  visitar a esas personas que no pueden moverse de casa para hacerle el necesario documento de identidad. Me contó un familiar de una adorable viejecita que esperaba la visita de la unidad policial que tramitaría el nuevo documento nacional de identidad, el antiguo caducó hace tantos años que ella ha visto pasar tres Jefes de Estado aunque su carné no, y le decía a su hija que se imaginaba al Policía joven, apuesto, “de esos que se ven en la tele” y que cuando apareciste se quedó descuadrada. Un hombre alto, en forma, canoso con un amplio bigote que la saludó con tal grado de elegancia y saber estar que para ella se desvaneció la idea del joven y apuesto Policía porque delante suya estaba el de toda la vida. Me dice su hija que la trataste con un cariño y una comprensión inmensa y que cuando te fuiste a esta anciana señora se le habían humedecido los ojos, secos desde hace tanto tiempo, porque con ella había estado y se había sentido tan querida, tan protegida, tan segura, la Policía.

¡Así sois!

Reconozco que cuando me estaban contando esta anécdota tenía los vellos de punta y la emoción apenas se podía contener que hacía que tragara saliva para aclarar algo la voz. Reconozco que sentí el ORGULLO y el HONOR de ser parte de la Gran Familia del Cuerpo Nacional de Policía porque todos vosotros sois así, estéis donde estéis, hagáis lo que hagáis, y vuestro corazón es tan hondo que en él cabe tanta entrega, tanto sacrificio, tanto valor, tanta justicia, tanta verdad y tanto honor que solo un Policía de los verdad, de los que no hay engaño, de los que sirven siempre estén como estén está ciertamente capacitado para serlo.

A estas horas, cuando publico este artículo que te dedico y a su vez lo hago con todos los que conforman el insigne Cuerpo Nacional de Policía, estarás ya en casa o dando un paseo con tu mujer, hijos y nietos, que de todo hay, y estarás tranquilo y paz porque sabes que cada día del año entregas tu vida por ellos y también por todos y cuando se vive ese nivel de donación se vive sumamente feliz.

A estas horas muchos de tus compañeros también estarán descansando después de un día complicado y también, a estas horas, muchos miembros del Cuerpo Nacional de Policía están de servicio garantizando con sus vidas las nuestras.


¡Cómo para no estar orgulloso y querer a la Policía!

Sirvan estas palabras salidas desde el corazón como un íntimo y sincero homenaje a todos los miembros de la Policía estén de servicio, retirados aun habiendo fallecido porque todos dieron hasta el último hálito de sus vidas para defendernos, protegernos, cuidarnos mientras a cada día, cada hora servían a España.

¡Gracias por ser como sois! ¡Gracias al Cuerpo Nacional de Policía del que me siento orgulloso de pertenecer por lazos familiares al ser hijo del mismo!

Recibid un fuerte abrazo y pido al Santo Ángel de la Guarda, nuestros Santos Ángeles Custodios, os protejan siempre.

¡Feliz descanso! ¡Buen servicio!

Jesús Rodríguez Arias


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