Del 3 al 11 de mayo las Descalzas Reales celebran la novena de Nuestra Señora del Milagro. Se adelantó desde el 11 de julio para posibilitar la participación ante ese icono de la Virgen, tan pequeño y gracioso, enmarcado por estrellas plateadas. Además, el 11 de cada mes después de la Misa matinal, queda expuesto el Santísimo en la iglesia hasta la tarde, cuando se reserva y se reza el rosario.
El icono, atribuido a Paolo de San Leocadio (1447-1520), fue traído desde Roma por un ermitaño que viajó al jubileo de 1525; lo legó a los duques de Gandía y en 1542 lo recibió Leonor de Borja. En 1553 lo heredó su hermana, Juana de la Cruz, quien vino como primera priora de estas franciscanas clarisas y lo trajo consigo al monasterio. Desde 1944, el icono está en el templo, bajo el retablo de san Francisco de Regis y sobre el sagrario, para facilitar la vista y la invocación de fieles. Es que Juan José de Austria, hermanastro de Carlos II, en 1678, había sufragado construirle toda una bellísima capilla en la clausura. En 1931 –por lo que pudiera pasar– el icono fue entregado a una familia para su custodia y lo protegió en el baúl de los juguetes de los niños; lo devolvió en 1939, cuando las monjas regresaron al monasterio.
Como la advocación es del Milagro contamos aquí dos: uno reciente y el primero.
En 1964, cuando se construía el aparcamiento de la plaza de las Descalzas, un derrumbamiento dejó sepultado a un obrero a muchos metros de profundidad y parecía imposible localizarlo con vida. Las monjas pasaron toda la noche en oración ante el icono rezando por él, quien había podido respirar gracias a una tobera cercana al lugar donde había quedado atrapado. Fue rescatado con vida.
El milagro primitivo, el que dio origen a esta advocación, fue en Valencia. La familia de un caballero, quien desesperado iba a morir sin confesar su mala vida, rogó al ermitaño que custodiaba el icono que intercediera y pidió a la Virgen una señal; resultó que la imagen, que tenía los ojos dirigidos al Niño al que amamanta, los levantó tal y como permanece ahora, mirando a quien la mira. Y el caballero se confesó.
Seguro que en esta novena las Descalzas Reales suplicarán la protección de la Virgen del Milagro para que nos libre de todo mal.
Joaquín Martín Abad
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