El pasado domingo 28 de abril cuando llegué a casa después de presenciar el escrutinio en el colegio electoral de Villaluenga del Rosario cumplí con esa liturgia que tengo desde siempre de seguir el resultado que iba materializándose según avanzaba la noche porque desde siempre me ha gustado analizarlo ya que después entiendes mucho de lo que ha sucedido en ese día en el que se decidía nuestro futuro más próximo.
Mientras en las redes sociales se manifestaban los enfadados por los malos resultados, los asombrados porque no habían conseguido lo que creían iban a conseguir y los vencedores. Mensajes de todo pelaje en el que la mayoría se cuestionaba a España y los españoles...
Y entonces me dije a modo de llevar la contraria a todos: ¡España vale la pena!
Así se titula mi semanal tribuna que hoy lunes se ha publicado en Información San Fernando.
Jesús Rodríguez Arias
ESPAÑA VALE LA PENA
Sucede que cada vez que se celebran elecciones generales según sea el partido que gane el polo opuesto se mosquea y despotrica de España y de los españoles que no los han votado a ellos. Siempre tenemos en la boca a España y, seamos justos, muy pocas veces para ponerla en valor.
Pienso y por tanto lo escribo que España está por encima de los dimes y diretes electorales porque España somos todos los que votan a unos, a otros o simplemente pasan del tema. España somos todos los españoles en su conjunto y eso hay que respetarlo como algo sagrado aunque no se crea.
Esta gran Nación que nos acoge y alumbra es heredera de su historia, gloriosa en muchos momentos y no tanto en otras. Es depositaria de sus tradiciones, de su forma de vivir sus creencias, de la riqueza patrimonial, de cultura, de sus gentes. España hay que quererla y mimarla de norte a sur, de este a oeste porque ella es nuestra casa, nuestro día a día, nuestro hogar. Conozco a algún que otro que se dice apátrida que cuando profundizas necesita tener querencia de un lugar donde yacer.
España tiene sus raíces y España que según la Constitución Española de 1978, tan cuestionada en estos últimos tiempos, es un Estado aconfesional no laico y menos laicista como muchos quieren imponer. No olvidemos que la religión católica es mayoritaria y eso desde todos los sectores de la sociedad así como de todas las tendencias políticas hay que respetarlo como se respeta otras religiones que son minoritarias en este país.
Por eso no entiendo esos aspavientos, ese desprecio, esa falta de sensibilidad, por España y los españoles cada vez que en unas elecciones ganan unos y pierden otros aunque visto lo visto, esto es muy corriente en esta parte del mundo, aquí nadie pierde, aunque el revolcón haya sido de aúpa, aquí nadie dimite, aquí nadie se responsabiliza de nada y viendo esta actitud de los que dicen ser nuestros representantes me pregunto: ¿Y estos son los que nos piden después responsabilidades, que asumamos más y más obligaciones los españolitos de a pie? ¡Lo que hay que ver y escuchar!
Los que me conocéis bien sabéis que soy una persona muy moderada, muy contemporizadora, que intenta llevar su vida desde la elegancia, la prudencia y mucha diplomacia aunque esto no quiere decir que defienda fehacientemente lo que creo, lo que pienso, lo que opino. Por eso cuando en la noche del domingo 28 de abril veía los resultados electorales y el sinfín de proclamas criticando a España y a los españoles que habían votado a la fuerza ganadora, leía algunos comentarios desairados de los satélites de los que ahora son vencedores pensé con cierta tristeza: Que pena de Nación, cuanta división, cuanto orgullo y soberbia solapados y me dije: ¡España vale la pena!
Porque España no eres tú ni soy yo sino que somos Todos y todos no podemos pensar lo mismo porque además de imposible sería un atroz aburrimiento. España es de los españoles y no de los políticos de turno que son gestores de los intereses que interesan en cada etapa de nuestra historia.
Por eso te digo a ti que te sientas orgulloso de ser español, que te enamores por los cuatro costados su inmensa riqueza, que no te de vergüenza lucir los colores de nuestra bandera que es lo más normal del mundo en los países de gran tradición democrática. Somos compatriota de un país extraordinario que origina millones de visitas al año porque quieren conocer un lugar único donde lo mismo hay sistemas montañosos, que mares espectaculares, ciudades y pueblos que son especialmente bellos, que tiene un sinfín de tradiciones y de culturas que han pasado a lo largo de los siglos y de todas ha quedado algo impregnado en nosotros.
Y a los que no os sintáis españoles os diré que es muy respetable si el respeto es mutuo. Pero pensad que abominar de España es también hacerlo del lugar de donde te sientas.
España vale la pena y eso es una realidad incuestionable gobierne quien gobierne. De nosotros está el que la amemos tal y como es y no como nos gustaría que fuera.
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