Si se repasan mis artículos, mi simpatía por Susana Díaz no deja lugar a duda. Quizá nadie me la haya afeado nunca porque está claro que socialista, socialista no soy, pero cuántos artículos no habré escrito alabando su valor de plantar cara (y hasta se la partieron) al Pedro Sánchez de los cambalaches con nacionalistas y podemitas. Su lealtad a España es clara. Su conservadurismo estructural, aunque por lo atávico y folclórico, ahí está. Por otro lado, fue la única que mantuvo la calma y supo leer mejor que nadie la burbuja de Podemos.
No obstante, me parece muy bien que Vox se haya querellado contra ella, sin acritud. ¿No ha acusado al partido de Santiago Abascal de "justificar la violencia machista?" Normal que en Vox hayan ido al juez a buscar amparo: en realidad siempre han defendido que quieren más protección a las mujeres (con leyes penales más duras) e idéntico trato a los hombres, sin desequilibrios, presunciones ni prejuicios. Nadie diría que en un partido de fútbol va contra la deportividad pedirle al árbitro que saque una tarjeta cuando el contrario te ha segado el tobillo al borde del área y por la espalda. No se puede imputar un delito tan grave a un rival político frívolamente. Porque hacerlo sí es delito, paradójicamente.
Esto en general: si queremos mantener el nivel del debate político, habría que aplicar un VAR a las declaraciones más agresivas. No podemos convertir el foro público en un poquísimo ejemplar campo embarrado de zancadillas y plantillazos. En particular, además, la acusación de machismo a todo aquel que manifiesta alguna duda sobre la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra Violencia de Género y la ideología feminista tal y como se quiere imponer, sin dejar margen ni a la crítica constructiva ni a la igualdad de sexos ni a la existencia de otros feminismos menos crispados, cierra de un portazo la posibilidad a uno de los debates sociales más necesarios ahora mismo. En Andalucía, en España y, ya puestos, en la Humanidad.
Que cualquier intento de debatir el tratamiento de la violencia de género (hoy por hoy fracasado, según todos los datos) se intente zanjar con tanto aspaviento y escándalo, demuestra (¡otra paradoja!) que hay que debatirlo. Si los tribunales descalifican tan burda equiparación de la crítica a esa ley concreta con la complicidad con el machismo, será una buena noticia para todos, incluida Susana Díaz.
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