La psicóloga y periodista Irene Villa participó en el XX aniversario de la fundación diocesana madrileña El Buen Samaritano, dedicada a personas con enfermedad mental grave y duradera. «A mí la mente me ha salvado de una vida desgraciada», confiesa
«Tú eliges: vivir de la amargura, o decidir que tu vida empieza hoy», dijo la escritora, psicóloga y periodista Irene Villa la semana pasada en el CaixaForum de Madrid, durante la celebración del XX aniversario de la fundación diocesana El Buen Samaritano, dedicada a la atención, recuperación e integración de las personas con enfermedades mentales graves y duraderas, y también de sus familias.
«Uno no puede florecer hasta que no acepta su realidad, muchas veces afrontándola en soledad», añadió Villa, que arrancó las lágrimas y también los aplausos de los asistentes, al intercalar su testimonio con imágenes y vídeos del atentado que sufrió a los 12 años, y de su posterior recuperación.
En una hora contó cómo fue su infancia, cómo fue el día del atentado, y cómo el médico que la atendió puso todo de su parte para salvar la vida de una niña destrozada por la bomba. También mostró en imágenes los años de su recuperación, el rosario de intervenciones quirúrgicas, y su apuesta por normalizar su vida tanto en el plano físico como en el mental y en el espiritual, decidiendo perdonar y empezar a vivir una vida llena de positivismo, familia, amigos, matrimonio e hijos.
«Uno no sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es su única opción. Nuestro motor está dentro de nosotros: es nuestra espiritualidad y nuestra fuerza de voluntad, y eso se puede potenciar», dijo Irene Villa, quien habló de cómo se sintió un día que salió de la ducha y vio en su cuerpo los estragos de la bomba. «Vi que me faltaba medio cuerpo, pero me di cuenta de que por mucho que llorase, esa realidad no la podía cambiar. Y entonces decidí orientarme hacia lo que sí podía cambiar. Comprendí que tú decides dónde pones el foco de tu vida: lo que puedes hacer, o bien lo que no puedes hacer. Yo elegí lo primero. A mí la mente me ha salvado la vida».
Habrá momentos duros, «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional», y siempre hay una lección: «Unas veces se gana, pero la mayoría se aprende», dijo.
De este modo, reconoció que «el miedo, la incertidumbre, el pánico, el temor… eso sí que quita la vida». Por eso, «es fundamental no sentirse víctima, no autoboicotearnos con la tristeza o la ira», ante lo que reconoció como esencial el pasar página y perdonar, como testimonia en su aparición en la película de Juan Manuel Cotelo, El mayor regalo, que recomendó vivamente a todos los presentes. «¿Quién no tiene algo que perdonar? El perdón nos libera», defendió.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
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