sábado, 3 de noviembre de 2018

¿POR QUÉ?; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



José María Pemán diagnosticó que lo peor que puede decirse ante cualquier obra de arte es «¿por qué?» Mucho peor esa humilde pregunta desconcertada que los más terroríficos denuestos e insultos. Yo creo que en lo único que se equivocó Pemán fue en limitar la materia a la obra de arte. También de un movimiento político lo peor que puede decirse es «¿por qué?», y eso es lo que yo pregunto, atónito, sin llamarle «traidor» ni nada, a Sánchez ante su movimiento de forzar, con Dolores «éxito garantizado» Delgado, a la abogacía del Estado a retirar la acusación de rebelión.

Por supuesto, la explicación evidente es evidente y redundante: el pago a los independentistas que le sostienen en el poder. Y probablemente esa respuesta sea lo que esté en la cabeza digamos de Pedro Sánchez. Pero no responde ni por asomo a ningún «por qué» serio.

Primero, porque los independentistas han dicho expresamente que no se conforman con menos que la absolución, y luego, de propina, la autodeterminación, y vámonos que nos vamos. Sánchez les está dando mucho menos de lo que quieren y a un precio desorbitado en desprestigio del Estado de Derecho, en bochorno de la política española, en erosión ideológica y moral del PSOE y en envite a la dignidad de algunos de sus ministros que van o iban de dignos, pero que si no se van ya no irán de nada.

En segundo lugar, además, el efecto procesal de su medida es inexistente. Si el ministerio fiscal no retira la acusación de rebelión, lo que haga la abogacía del Estado no cambia sustancialmente nada.

Por último, puede resultar contraproducente. Porque el Poder Judicial lleva tiempo viéndose puenteado por un Ejecutivo obsesionado con aliviar la situación penal de unos delincuentes. Yo no descartaría un ataque de dignidad corporativo entre jueces y fiscales y que terminen dando la cara por su propia independencia (subsistencia) como poder esencial del Estado.

El gobierno de Sánchez, con este movimiento se ha retratado del todo y, sin embargo, la foto le ha salido movida. Tienen su «por qué» inmediato, tentativo, suplicante a los enemigos del Estado, interesado en ver si acaso él podría quedarse un poco más quizá en el sillón, sí. Pero no hay ningún «por qué» serio, eficaz, sopesado y consecuente como pedía don José María Pemán a cualquier soneto o comedia y como los ciudadanos de España tenemos el derecho, al menos, de exigir de quien nos gobierna a todos.

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