Hemos puesto en marcha en la diócesis el ITINERARIO CATEQUÉTICO PARA ADULTOS BAUTIZADOS, uno de los objetivos del Plan Diocesano de Pastoral reclamado por muchos. Con esto podemos decir que ya tenemos nuestro catecumenado de adultos propio, diseñado para ser ofrecido en todas nuestras parroquias, sin perjuicio de que puedan seguirse otros catecumenados de adultos al uso. Espero, pues, que en todas las parroquias de la diócesis y en otras comunidades, asociaciones, cofradías, etc. se inicie el Catecumenado Diocesano de Adultos. La mayoría de nuestros fieles, como sabemos, no han tenido una profundización sistemática en la fe desde su catequesis de iniciación cristiana, en la confirmación o, en muchos casos, desde su primera comunión.
Esta grave carencia permite que hagan mella los criterios mundanos con los que se rige la sociedad –que nos invaden machaconamente desde los medios de comunicación o desde los ámbitos ideológicos— lo cual debilita la fe y nos priva del conocimiento propio de la vida cristiana. Es patente en muchos casos, en opiniones y manifestaciones, la falta de criterio y de discernimiento de muchos cristianos. La iglesia entera y nuestra diócesis promueven insistentemente el catecumenado de adultos para profundizar en la experiencia de fe y sus convicciones, pues nos hacen más auténticos y capaces de dar testimonio. El catecumenado viene a ser el proceso fundamental a través del cual la iglesia engendra a los hombres a la fe, el mejor camino de la evangelización, siempre que nos introduzca en el realismo de la fe misma. Como recordaba Tertuliano, “el cristiano no nace, sino que llega a ser” (Apologéticus ad versus, XVIII, 5). Redescubrir hoy la iniciación cristiana es un nuevo servicio para vivir en Cristo y aspirar a la santidad, libres de ignorancia y de una peligrosa ideologización muy extendida, pero que reduce la fe a un humanismo sin Cristo.
Cuando el bautizado se adentra en esa nueva creación que le hace profesar la verdad de Dios creador y salvador, y en la realidad histórica que es la Iglesia, experimenta con realismo en su propia vida la vida en Cristo, hasta engendrar en cada uno un auténtico discípulo de Cristo y un verdadero apóstol.
Nuestro itinerario de profundización en la fe parte de los encuentros que el Señor tuvo con unos y otros, tal como lo enseña el evangelio, profundizando así, a través de la Palabra de Dios, en la riqueza de la vida cristiana. En una etapa posterior se hace un recorrido completo del catecismo, lo que ofrece una visión integra y completa de la fe revelada y sus consecuencias en la vida personal y social, en el testimonio y en la misión, haciendo progresar así a cada catecúmeno hacia su propia vocación y misión. Recordemos que el catecumenado pretende siempre llegar al corazón y a la vida, a madurar en el seguimiento de Cristo, e integrar sus criterios y sentimientos, fieles al nuevo nacimiento que es el bautismo.
Después de un Catecumenado, ofrecemos, como vimos en las dos Jornadas de Renovación Pastoral de este fin de semana, lugares donde seguir, en comunidad de fe, oración y apostolado la vida de Cristo en su Iglesia. Son las Células de Discipulado. Los Cenáculos extendidos por diversas parroquias de nuestra diócesis no tendrán mayor problema en adaptarse a esta dinámica, como ya señalábamos en mi anterior entrada que puedes consultar aquí. Seguimos orando, trabajando…todo por el Reino de Dios.
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