El camino de la paz lo eligen aquellos que son pacíficos. La construcción de la paz exige: cambio de mentalidad, conversión del corazón, gestos, palabras, acciones y diplomacia política, que genera la llamada “cultura de la paz”. Definida por poner en primer plano los derechos humanos, rechazar a la violencia en todas sus formas, prevenir los conflictos: abordando sus causas, aplicando el diálogo y la negociación.
En la historia de la humanidad, la paz se entremezcla con la violencia en todas sus manifestaciones. Precisamente, en este 2018 se conmemora el centenario del fin de la 1ª Guerra Mundial en el que el terror, la destrucción y la muerte adquirieron unas dimensiones hasta entonces desconocidas. A esta horrible conflagración le sucedió una Segunda, y hoy, como nos dice el Papa Francisco: “Lamentablemente estamos ante una terrible Tercera Guerra Mundial, por partes”. Por eso mismo, el 60º Encuentro Internacional de Militares por la Paz (EIMP), conocido también como Peregrinación Militar Internacional a Lourdes (PMI), lleva como lema este año: Pacen in Terris (Paz en la tierra), y tendrá lugar en Lourdes (Francia) del 18 al 20 de mayo. Nuestro Arzobispado Castrense de España participará y estará representado por 270 Militares, Guardias Civiles y 285 familias.
Estos Encuentros o Peregrinaciones nacen en 1945, por iniciativa de soldados europeos que, salvados de la guerra, viajaron al Santuario de la Virgen de Lourdes, para implorar la paz y la reconciliación. En 1958 se institucionaliza, llevando a cabo su organización los militares franceses, los cuales invitan a las demás naciones a participar en esta reunión anual castrense. En la actualidad son más de 40 países los que acuden con sus delegaciones y peregrinos durante un fin de semana, asistiendo a diversos actos religiosos, culturales y militares, con el único objetivo de orar y trabajar por la suprema aspiración de la humanidad que es la paz, de la que hablaría san Juan XXIII en su famosa Encíclica Pacen in Terris en 1963.
Nadie sufre y conoce mejor que los militares los horrores de los conflictos armados. La vocación y profesión del militar no es ser “señor de la guerra”, sino “centinela de la paz” que garantice la seguridad, la libertad y la concordia entre los pueblos. Este servicio requiere estar dispuesto a dar la vida, si llega el caso, por salvar a sus compatriotas. Así tenemos el testimonio cercano del Tcol. Arnaud Beltrame, que en el 2005 en la PMI se reencontró con su fe y se entregó por entero a su vocación militar de Gendarme, llegando a dar su vida por el intercambio de un rehén que estaba en manos de un terrorista yihadista el pasado 23 de marzo en la ciudad de Trèbes, en el sur de Francia. De esta manera, como valiente militar y heroico cristiano, hizo realidad las palabras de Jesús: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).
+ Juan Del Río Martín
Arzobispo Castrense de España
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