Nada más conocerse el texto de la referida carta apostólica, el Arzobispo manifestó a Iglesia en Sevillasu esperanza y también su seguridad de que las determinaciones adoptadas por el Santo Padre en elmotu proprio aligeren de forma significativa la lista de espera de nuestros Tribunales, cuyo retraso tanto sufrimiento causa a las partes en los procesos y tanta desazón originan a los responsables de impartir justicia, especialmente los obispos y los ministros y personal de los citados Tribunales.
Con la firma de esta primera sentencia dicha esperanza comienza a ser una realidad cumplida para salud de las almas -ad salutem animarum- suprema ley en el Derecho Canónico.
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