¿Qué es la leucemia, y cómo te la descubrieron?
La médula ósea [el interior de los huesos] fabrica las cosas de la sangre, y si tienes leucemia las fabrica mal. Estábamos en la playa de vacaciones. Yo tenía muchísimos moratones y me cansaba mucho. En el hospital dijeron que tenía anemia y me mandaron unos jarabes asquerosos. Al final descubrieron que era leucemia y una ambulancia me trajo a Madrid. Aprendí lo que era con lo que me contaban los médicos y en libros para niños.
¿Cómo se cura?
Yo estuve 40 días en el hospital. Me daban pastillas para cargarse las células malas y me bajaron las defensas. Por eso me aislaron: no había otro niño en la habitación, y quien venía se ponía mascarilla para no contagiarme. Cada 15 días me metían quimioterapia [otra medicación]. Me fastidiaba mucho, me quitaba el hambre. No me apetecía andar, pero mis padres me decían que tenía que hacerlo y daba vueltas por la habitación. También se me cayó el pelo.
¿Qué pasó después?
Cuando me subieron las defensas me soltaron y me fui a casa, aunque tenía que llevar mascarilla en sitios cerrados y no podía ir a clase. He ingresado más veces, y otras he ido al hospital de día, una sala en la que estás solamente un rato. Me siguen dando pastillas y tengo que ir a que me hagan análisis, pero ya voy al colegio.
Tu hospital es solo para niños. ¿Es distinto a los de los mayores?
Las enfermeras llevan batas de los Minions, tienen juegos… Yo me llevaba bien con todas. En mi habitación podían estar varias personas: mis tías, mis abuelas… Mi hermano y mis amigos del colegio no, porque es más fácil que los niños te contagien algo.
¿Hacíais actividades?
Hay una sala con libros y juguetes. Venían payasos, que nos enseñaban a hacer espadas con globos, y también la gente de la Fundación Aladina, que ayuda a los niños enfermos. Paco, su director, me hacía reír y me traía videojuegos. También hay un colegio. Cuando estaba aislado, el profesor venía a mi habitación. Al principio, me metía debajo de la cama o me hacía el dormido porque me encontraba mal y no me apetecía dar clase. Cuando me fui a casa, venía una profesora. Así no me retrasé.
¿Lo pasaste mal?
El momento en que más me asusté fue cuando nos dijeron que tenía leucemia. Mi madre y mi abuela se pusieron a llorar. Yo empecé a decir cosas para que se callasen, porque me daba pena verlas. Pero luego me he divertido bastante. Otros niños lo pasaban peor, estaban más depres. Había niños recién nacidos y otros pequeñitos que se echaban a llorar en cuanto veían a una enfermera.
¿Hablabas con Jesús?
Cada día rezaba con mi padre un padrenuestro y tres avemarías, pidiendo curarme yo y por los demás niños del hospital. Y en mi colegio rezaron mucho por mí.
María Martínez López
«Reza por mí y por mi doctora»
Benicio es argentino y tiene 9 años, como Fernando. Hace un mes, escribió al Papa Francisco explicándole que tenía un tumor en el cerebro. Le decía: «Me operaron, y sigo con quimio. Es fea pero no importa. Quiero pedirte que reces por mí», y por «mi doctora Mercedes, que me está curando. Te quiero mucho». ¡Vaya sorpresa se llevó cuando el Papa le llamó por teléfono! Estuvieron charlando un buen rato, y Francisco le prometió sus oraciones. Este domingo, que se celebra la Pascua del Enfermo, os invitamos también a vosotros a rezar por Fernando, Benicio, y todos los niños enfermos.
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