Quien vive triste es porque todavía no ha entendido el Evangelio, la buena noticia, la alegre noticia. Por eso tantas veces lo vemos todo oscuro, porque nos falta la alegría en el corazón. La vida nos parece carente de sentido, se cierne sobre nosotros el vacío existencial. Tener más alegría nos capacita para comunicarla a los demás. La alegría da fuerza y vigor.
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