Llevo unos días en los que los
mensajes y llamadas que recibo me dicen siempre lo mismo con lógica alegría y
expectación: ¡¡Oye Jesús, hay previsiones que nieve en la Sierra este fin de
semana!!
Y aunque ojalá sea así pues pienso
que para nuestro pueblo y entorno el que nieve supone un fuerte ingreso
extraordinario caído del cielo aunque los pastores y ganaderos lo pasan
verdaderamente mal.
Todos sueñan con el “oro blanco” uno
para su disfrute, otros para recibir un buen número de visitantes que nivele la
economía del lugar y otros los sacrificios que tendrán que hacer para llegar a
su ganado en pleno campo con la peligrosidad que la nieve y hielo conlleva.
Todos piensan en las previsiones
porque al fin y a la postre todos tenemos nuestros sueños y el pasar un día de
nieve donde todo ve se vislumbra con tonalidades blancas azules y negras que
dejan paisajes de verdadero ensueño por esta parte del mundo es uno de ellos.
Mi previsión se ha cumplido y no es
que haya nevado sino que desde hace unas horas ya me encuentro en este bendito
pueblo de Villaluenga del Rosario que para mí además de Hogar en remanso de
paz, espiritualidad, alegría y buena gente.
He adelantado un día para disfrutar
más con los que me siento realmente feliz tan complicado o sencillo como se
quiera entender.
He adelantado un día para ver ver
amanecer como solo se hace en Villaluenga, para disfrutar de la intimidad de
esta pequeña joya enclavada entre montañas, respirar el silencio, sentir la
paz, tocar con los sentidos ese saludo, esa conversación, el cariño que noto a
cada paso.
Sí, me negaría a mi mismo si dijera
lo contrario.
Por eso cuando hoy mi querido y buen
amigo como es Tachy Barea, colaborador de SED VALIENTES y autor de la
impresionante fotografía que ilustra nuestro cartel de Semana Santa que tanto
está gustando por todos los lados, me regala esta preciosa imagen con un
atardecer único de los que se suele contemplar en Villaluenga he querido
plasmar mis sentimientos de inmensa alegría, de intensa esperanza, de
emocionadas vivencias en este humilde y personal artículo.
Mis previsiones se han cumplido:
¡¡Ya estoy en Villaluenga del Rosario!! Si nieva o no será parte del gran
regalo que un día me ofreció Dios cuando me trajo y caí perdidamente enamorado
de este bendito pueblo que tanto me ha dado y sigue haciéndolo al que estaré
agradecido más allá de la eternidad que como todos sabemos está donde se pierde
la vista sobre el Caíllo.
Quiero terminar cantando una canción
de cuna, una nana, a Villaluenga que es una preciosa niña abrigada entre montañas.
Y Villaluenga del Rosario es el eterno Caíllo...
Villaluenga
es un pueblo acunado entre montañas,
y el
Caíllo cada noche le canta una nana,
“duérmete
mi cielo, estrella de la mañana,
duérmete
mi niña de carita aterciopelada,
duérmete
estrellita de luz limpia y clara,
duérmete
que velo tus sueños lucerito del alba.
Duérmete
princesa mía que reinas mi morada,
duérmete
que hasta las nubes te tapan,
para
que el frío y la nieve no enfríen tu mirada,
duérmete
cariño mío mi eterna enamorada.
Duérmete
que la noche pronto pasa,
duérmete
tesoro mío luna de mi alma,
duérmete
tranquila que brazos te abrazan,
que
el Caíllo a Villaluenga la acuna y guarda.
Jesús Rodríguez Arias
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