La cerrazón en nuestras ideas y opiniones no nos permite ver la realidad, nos encierra en nosotros mismos creyendo que no tenemos nada que aprender de los demás, pues tenemos soluciones para todo. Nos convierte en arrogantes y despectivos con los demás: ¡Qué digan lo que quieran! ¡Yo lo sé todo!
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