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Quedarse
De viajar, lo malo es irse. No sólo salir. También moverse; irse de cada punto del camino. Estar en Venecia y ver que uno es un agua que fluye, que no podrá conocer esa ciudad que roza. Y así con todo. En el viaje de vuelta de Madrid, me iba pasando con cada cortijo de la carretera, con cada encina. Ay, quedarse. Qué desprecio mis 130 km/h. a la belleza de la creación. Habría que viajar, si no queda otro remedio, andando.
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