EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "...los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno". (Evangelio del día). Esta parábola presenta cuatro aptitudes que solemos tener frente a la Palabra. Caer en el camino, en terreno pedregoso, entre zarzas o en tierra buena. Aunque nuestros propósitos es "caer en tierra buena", no siempre lo conseguimos, porque, no nos engañemos, algunas "simientes" caen dónde no deben. O, mejor dicho, no sacamos todo el "provecho" que tiene la Palabra de Dios. Vamos a los retiros de grupo, encuentros de oración, ejercicios espirituales y ¡sí!, salimos que "nos comemos al mundo" y en poco tiempo va "el mundo" y, algo, nos come. Es verdad, también, que vamos alcanzado un mayor grado de conversión, pero necesitamos más prácticas espirituales. Pero, no sólo, por nuestra voluntad, tenemos que estar dispuestos a "recibir simientes", sino que nuestra fidelidad es "ser tierra fecunda". Y esto corresponde a nuestra responsabilidad y madurez, porque no todo es escuchar la Palabra, sino aceptarla –y aquí entra en juego la docilidad– y luego "dar cosecha". Entonces pidamos al Señor que nos aliente y nos proteja frente a nuestras inmadureces, perdone nuestras caídas en el pecado y perdone cuando hacemos improductiva "nuestra tierra" y la "tierra de labor" de nuestro apostolado. Santa María de Caná, ruega por nosotros.
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