¿Es posible combinar trabajo y descanso?
Trabajar de forma caótica y anárquica pasa su factura al organismo
Por: Raúl Espinoza Aguilera | Fuente: www.raulespinozamx.blogspot.com
En resumen, cuidar bien el descanso, tener una adecuada alimentación, practicar el ejercicio físico, dormir las horas necesarias y todo lo que contribuya a la salud mental, como: escuchar música, ver una película, salir de paseo, leer un buen libro, cultivar un “hobbie” y, para los que somos creyentes, asistir a la santa misa los domingos, rezar en familia, meditar la palabra de Dios leyendo –por ejemplo- los evangelios, hacer un rato de oración con una lectura recomendable y realizar un autobalance de lo que hemos hecho -bien o mal- durante la semana…
Todo ello, nos lleva a tener una mayor armonía física, psíquica y espiritual porque se procura satisfacer a las necesidades orgánicas, afectivas y trascendentes que tiene todo ser humano.
Twitter: @yoinfluyo
Pensemos en el importante tema de saber combinar adecuadamente el trabajo y el descanso. ¿Cuántas veces no nos hemos enterado de este tipo de casos?:
-Doctor -dice un paciente- sufro de un cansancio crónico físico y mental, padezco de frecuentes insomnios y jaquecas, he ido perdiendo el apetito, me encuentro pesimista y negativo, pierdo la tranquilidad fácilmente y, en las últimas semanas, me siento sumamente irritable y he tenido algunas explosiones de carácter con los colegas de trabajo en mi empresa y con los de mi familia. Todo esto me ha alarmado y por eso he venido a verlo… ¿qué me recomienda hacer?
Es común, que ante tipo de situaciones extremas, el médico recomiende unas vacaciones en la que la persona cambie de ambiente, se relaje, se tranquilice, se olvide de sus problemas, que haga cosas que le diviertan y descansen… Y, en efecto, después de algunas semanas, el cuerpo en forma gradual se va recuperando anímica y orgánicamente, además de que el paciente debe de tomar los medicamentos y vitaminas prescritas por el galeno.
Pero de antemano sabemos que esa no puede ser la solución habitual. Cada persona requiere que conozca sus propios límites de rendimiento laboral y que aprenda a descubrir qué cosas realmente le descansan. Me decía recientemente un amigo, profesionista joven, acerca de su trabajo:
-Conozco perfectamente a qué hora de la mañana debo de estar puntualmente en mi oficina pero ignoro la hora en que saldré. Puede ser a las nueve, 10, 11 de la noche y, algunos días, todavía más tarde.
Muchas veces no tengo tiempo ni para ir a comer. Al llegar a mi casa tan tarde, me encuentro sumamente cansado y lo único que deseo es meterme en la cama cuanto antes y ceno cualquier cosa. Y así un día tras otro de la semana…
Y le preguntaba, ¿y ese sistema de trabajo depende de ti o de tu jefe en la empresa?
-De los dos. Él se pone en plan exigente y yo me esfuerzo por cumplirle bien porque me interesa que pronto me dé un mejor puesto y me aumente el sueldo. Pero la verdad de las cosas es que yo tengo también mucha parte de culpa porque, por ejemplo, al llegar a mi trabajo, lo primero que hago es ponerme a contestar correos o me meto a mi Facebook o Twitter, o también, a platicar por teléfono, y de pronto me doy cuenta que, ¡ya son más de las 12! es decir, que perdí medio día.
Y el fin de semana, ¿tratas de recuperarte descansando o practicando algún deporte? -le vuelvo a cuestionar.
-A veces ni eso. Casi siempre me voy con mis “cuates” a beber a un bar o a un antro. O sea, más desveladas y, de pronto, ¡otra vez es lunes! ¡qué fastidio!
-Doctor -dice un paciente- sufro de un cansancio crónico físico y mental, padezco de frecuentes insomnios y jaquecas, he ido perdiendo el apetito, me encuentro pesimista y negativo, pierdo la tranquilidad fácilmente y, en las últimas semanas, me siento sumamente irritable y he tenido algunas explosiones de carácter con los colegas de trabajo en mi empresa y con los de mi familia. Todo esto me ha alarmado y por eso he venido a verlo… ¿qué me recomienda hacer?
Es común, que ante tipo de situaciones extremas, el médico recomiende unas vacaciones en la que la persona cambie de ambiente, se relaje, se tranquilice, se olvide de sus problemas, que haga cosas que le diviertan y descansen… Y, en efecto, después de algunas semanas, el cuerpo en forma gradual se va recuperando anímica y orgánicamente, además de que el paciente debe de tomar los medicamentos y vitaminas prescritas por el galeno.
Pero de antemano sabemos que esa no puede ser la solución habitual. Cada persona requiere que conozca sus propios límites de rendimiento laboral y que aprenda a descubrir qué cosas realmente le descansan. Me decía recientemente un amigo, profesionista joven, acerca de su trabajo:
-Conozco perfectamente a qué hora de la mañana debo de estar puntualmente en mi oficina pero ignoro la hora en que saldré. Puede ser a las nueve, 10, 11 de la noche y, algunos días, todavía más tarde.
Muchas veces no tengo tiempo ni para ir a comer. Al llegar a mi casa tan tarde, me encuentro sumamente cansado y lo único que deseo es meterme en la cama cuanto antes y ceno cualquier cosa. Y así un día tras otro de la semana…
Y le preguntaba, ¿y ese sistema de trabajo depende de ti o de tu jefe en la empresa?
-De los dos. Él se pone en plan exigente y yo me esfuerzo por cumplirle bien porque me interesa que pronto me dé un mejor puesto y me aumente el sueldo. Pero la verdad de las cosas es que yo tengo también mucha parte de culpa porque, por ejemplo, al llegar a mi trabajo, lo primero que hago es ponerme a contestar correos o me meto a mi Facebook o Twitter, o también, a platicar por teléfono, y de pronto me doy cuenta que, ¡ya son más de las 12! es decir, que perdí medio día.
Y el fin de semana, ¿tratas de recuperarte descansando o practicando algún deporte? -le vuelvo a cuestionar.
-A veces ni eso. Casi siempre me voy con mis “cuates” a beber a un bar o a un antro. O sea, más desveladas y, de pronto, ¡otra vez es lunes! ¡qué fastidio!
Este sistema de trabajar de forma tan caótica y anárquica, de no saber descansar a tiempo, conduce con frecuencia a las depresiones nerviosas, el llamado “mal de nuestro siglo”. Otros profesionistas, para sostener ese vertiginoso ritmo de laborar, acuden a las metanfetaminas, a la cocaína o a las nuevas drogas que van saliendo en el mercado “negro”.
Pero, en poco tiempo, el organismo pasa su factura con un desgaste orgánico mucho mayor, que requiere muchas veces de hospitalización o la necesidad de internarse en una clínica de rehabilitación con la ayuda cercana de un psicoterapeuta.
Por ello es importante, ante nuestras tareas laborales:
- Saber jerarquizar nuestros deberes. Es decir, definir con precisión qué asuntos deben de resolverse cada día de la semana. Y postergar los que no sean urgentes o estrictamente necesarios.
- Durante el día, debemos de tener un momento de distensión, por ejemplo, después de la comida.
- Poner todos los medios, que estén de nuestra parte, para fijar una hora del término de nuestras actividades laborales diarias.
- Es muy recomendable hacer ejercicio físico antes o después del trabajo, como: gimnasia, caminar, correr, nadar, etcétera.
- Procurar llegar a tiempo a casa para atender bien a la esposa y ayudar en las tareas escolares de los hijos. La presencia de los padres en el hogar es fundamental para el desarrollo armónico de la personalidad de los niños.
- Comer o cenar todos juntos en familia es un hecho importantísimo para fomentar el cariño y la unidad entre todos sus miembros.
- Los psiquiatras recomiendan no caer en la tentación de llevarse la computadora a casa para continuar trabajando, salvo casos excepcionales.
- Poner una hora límite para que toda la familia se vaya a una hora razonable a dormir.
- El fin de semana debe de haber un tiempo dedicado al entretenimiento y descanso con la esposa y los niños porque es parte vital de la convivencia y un excelente medio de formación familiar, a la par que los hijos deben de sacar adelante sus horas de estudio o trabajos escolares.
- También las reuniones sociales tienen gran importancia para cultivar las amistades pero cuidando de no caer en la ingesta excesiva de alcohol o las frecuentes desveladas.
En resumen, cuidar bien el descanso, tener una adecuada alimentación, practicar el ejercicio físico, dormir las horas necesarias y todo lo que contribuya a la salud mental, como: escuchar música, ver una película, salir de paseo, leer un buen libro, cultivar un “hobbie” y, para los que somos creyentes, asistir a la santa misa los domingos, rezar en familia, meditar la palabra de Dios leyendo –por ejemplo- los evangelios, hacer un rato de oración con una lectura recomendable y realizar un autobalance de lo que hemos hecho -bien o mal- durante la semana…
Todo ello, nos lleva a tener una mayor armonía física, psíquica y espiritual porque se procura satisfacer a las necesidades orgánicas, afectivas y trascendentes que tiene todo ser humano.
Twitter: @yoinfluyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario