España está actualmente en la casilla de salida para conseguir hacerse con la construcción del AVE brasileño, un megaproyecto valorado en 13.000 millones de euros que las empresas españolas temen que se esfume por culpa del accidente de tren de Santiago. Es mucho lo que está en juego y cualquier paso en falso respecto a los verdaderos motivos que desencadenaron la tragedia del Alvia –las especulaciones sobre si se trató de un falló humano, mecánico o de diseño– puede dar al traste con las aspiraciones de continuar exportando el modelo ferroviario de alta velocidad que nuestro país lleva por bandera desde hace años.
«Ni comentarios ni conjeturas»
En este sentido, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, aseguró ayer que «es evidente que hay muchos intereses al respecto, incluso algunos intereses económicos por parte de determinadas empresas o de suministradores de alta velocidad, pero en Galicia sabemos perfectamente distinguir». Para Feijóo, la explicación es clara: «Es evidente que hay concursos internacionales de construcción de líneas de alta velocidad en los que España participa, y eso es un dato». Por eso, se apresuró a pedir calma ante la investigación: «No queremos comentarios ni conjeturas».
Desde Renfe, consideran que el accidente de Santiago no tendría que afectar a la puja española porque no se ha producido «técnicamente» en un tramo de alta velocidad. Aunque desde un primer momento se ha calificado el siniestro del pasado miércoles como el primero con fallecidos en vías de alta velocidad, lo cierto es que, desde un punto de vista estricto, ni el tren ni las vías tienen la consideración de alta velocidad. Por una parte, resulta claro que el tren, un Talgo 250, no es un AVE, pues sólo es capaz de alcanzar 250 km/h de velocidad máxima. Además, aunque la línea que une Orense y Santiago está considerada como de alta velocidad, esto sólo es así en los 80 primeros kilómetros de la vía. El accidente se produjo en el kilómetro 84, una zona de transición cerca de la entrada a la estación de Santiago. Aunque para la inauguración de este tramo en diciembre de 2011 se ensancharon las vías, se trata en este punto de vías de ferrocarril convencional, por lo que no puede decirse que sea un accidente de la alta velocidad.
Se trata de una distinción importante para que la puja española por el tren que deberá unir los 511 kilómetros que separan Río de Janeiro y Sao Paulo llegue a buen puerto. Esto es así porque las condiciones de la licitación especifican que los participantes no pueden haber tenido ningún accidente mortal imputable a su sistema ferroviario de alta velocidad para hacerse con las obras.
Aunque España se subió tarde al tren de la alta velocidad –28 años más tarde que Japón, el primer país del mundo en inaugurar una línea de estas características, y 15 años más tarde que Italia, el primer país europeo–, nuestro país puede presumir, a día de hoy, de ser el segundo país del mundo –sólo por detrás de China– en número de kilómetros de alta velocidad, con 3.165. Con 31 estaciones repartidas por toda la geografía española, seis de cada diez españoles están conectados por AVE, con una estación menos de 30 kilómetros de su domicilio. La red española tiene fama de fiable, segura y moderna. Según ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), cerca de 23 millones de personas viajan cada año a bordo de los más de 300 trenes de alta velocidad que circulan por España a diario.
Con una puntualidad que roza el 99%, desde que en 1992 se pusiese en servicio el primer tren de alta velocidad español –la línea que une Madrid y Sevilla– ningún tren AVE ha sufrido ningún accidente, dato que refuerza la tesis de que el sistema español de alta velocidad es completamente seguro. A lo largo de esos 21 años, más de 140 millones de personas han viajado en AVE y otros 52 millones de personas en los otros servicios de tren que circulan por las vías de alta velocidad. «España en alta velocidad y en seguridad de alta velocidad es de los mejores países del mundo, aunque a algunos países les pueda no interesar este hecho. No es una opinión política, sino técnica», recordó Núñez Feijóo. A esta seguridad contribuye el hecho de que España sea el país europeo con un mayor grado de implantación del sistema ERTMS –mecanismo que controla los trenes de alta velocidad en todo momento y los detiene de forma automática si infringen los límites de velocidad de la vía–, con 1.800 de línea férrea equipada con esta tecnología.
Por todo ello, no es de extrañar que España, con otros 1.700 kilómetros de AVE en fase de construcción, sea un referente ferroviario internacional. Así lo han reconocido, por ejemplo, Arabia Saudí –un consorcio español se adjudicó el AVE entre Medina y La Meca– o Turquía, con un AVE construido por empresas españolas y con trenes españoles.
A la cabeza de la UE en seguridad
A pesar de la tragedia escalofriante del Alvia en Santiago, España es uno de los países europeos más seguros para viajar en tren. Según datos de la Agencia Ferroviaria Europea, el riesgo de accidente ferroviario con resultado de muerte en España está muy por debajo de la media de la Unión Europea, pues es de 0,16 muertos por millón de kilómetros, frente a 0,31 en la media de los Veintisiete. Eso significa que el riesgo es la mitad en España que en el resto de los estados comunitarios. Nuestro país se sitúa entre los países mejor situados en el ranking, junto a Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Alemania o Francia, y por delante de los países nórdicos, Austria, Italia y Bélgica. Las peores cifras las revelan Lituania, Polonia, Rumanía y Grecia. Con todo, las cifras históricas de la agencia europea, que arrancan en 1980, revelan que el accidente de Santiago es el más grave ocurrido en la UE en los últimos 15 años, informa C. Herrero.
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