Como sucedía antaño con las canciones de verano de Georgi Dann, en cada estío surge una nueva especie de homínido estival que merece un comentario científico. Este año abundan en el norte los chancletas marsupiales, escrito en modo abreviado, porque su denominación completa es «chancleta marsupial mochilero al pedal». Viste camiseta antisistema o simplemente alternativa, porta una marsupia, o bolsa delantera adaptada al cinturón, sufre en su dorso el peso de una mochila con diferentes compartimentos y se mueve de un lado a otro en una bicicleta con botella adosada a la barra, sillín amplio para evitar las hemorroides y timbre en el manillar. Los más avanzados tecnológicamente han acoplado al manillar en su tramo central un pequeño ordenador o «ton-tón» que les conduce al destino sin necesidad de reparar en las señales de tráfico. En la mochila llevan de todo menos mudas, porque el chancleta marsupial se baña en el mar en pelotas silvestres y aprovecha el líquido elemento salado para lavar su ropa, que adquiere una consistencia creciente gracias a la sal acumulada durante sus etapas pedaleadas. En ese aspecto ha mejorado a su antecesor, el chancletas mondo y lirondo, que olía fatal. El marsupial mochilero al pedal huele a pescadería con buen género a la venta.
No obstante, la mayor parte de los chancletas marsupiales mochileros al pedal, no soportan excesivo kilometraje, y detienen su periplo cuando una playa no está todavía suficientemente sucia, con el fin de ensuciarla adecuadamente de acuerdo a su interpretación de la higiene. Los más favorecidos por la fortuna terminan instalados en algún camping, que no levanta sospechas en la izquierda ecologeta. Y si cerca de su acomodo existe un campo de golf, aprovechan la oscuridad de la noche para abonarlo con sus sobranzas intestinales, porque de esa manera, ponen su grano de arena en la lucha por la igualdad social. De acampar en solitario o en pequeños grupos dejan los parajes cubiertos de papeles, latas de conserva, botellones de plástico y demás maravillas del ingenio humano.
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