Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 12-18
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba, porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que lo aman.
Cuando alguien se vea tentado, que no diga: «Es Dios quien me tienta»; pues Dios no es tentado por el mal y él no tienta a nadie.
A cada uno le tienta su propio deseo cuando lo arrastra y lo seduce; después el deseo concibe y da a luz el pecado, y entonces el pecado, cuando madura, engendra muerte.
No os engañéis, mis queridos hermanos. Todo buen regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación.
Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas.
Salmo
Sal 93, 12-13a. 14-15. 18-19 R/. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor
Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R/.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo retornará a la justicia,
y la seguirán todos los rectos de corazón. R/.
Cuando pensaba que iba a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostenía;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó tomar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Y Jesús les ordenaba diciendo:
«Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes».
Y discutían entre ellos sobre el hecho de que no tenían panes.
Dándose cuenta, les dijo Jesús:
«¿Por qué andáis discutiendo que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el corazón embotado? ¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil?». Ellos contestaron:
«Doce»
«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?».
Le respondieron:
«Siete». Él les dijo:
«¿Y no acabáis de comprender?».
Reflexión del Evangelio de hoy
Dichoso el hombre que resiste la prueba
La carta de Santiago anima a los cristianos, nos anima a todos, a no rendirnos ante las diversas pruebas/tentaciones a las que nos vemos sometidos. Aclara que las pruebas no proceden de Dios. “Dios no conoce la tentación”. De Dios sólo procede todo lo bueno aunque, con frecuencia, no sepamos leerlo así. Entonces ¿de dónde procede todo el mal que nos arrastra y empuja? De forma clara Santiago afirma: “Es nuestro deseo el que arrastra y seduce”.
Un buen motivo de reflexión para nosotros. ¿Cuáles son mis deseos, todo eso que bulle en mi corazón? ¿Tiene su origen en Dios o, por el contrario, es fruto de la oscuridad, de mi egoísmo?
Ante todo ello, siendo conscientes de lo que hay dentro de cada uno, Santiago nos invita a resistir. A no olvidar que Dios nos ha puesto en el mundo “para que seamos como la primicia de sus criaturas”. Un sello de nuestra dignidad como personas. Desde esa seguridad, tendremos fuerza para no desviarnos en nuestro camino de seguidores dignos de Jesús.
Tened cuidado con la levadura de Herodes y de los fariseos
La conversación de los discípulos se centra en la falta de pan, suponemos que por un olvido. A Jesús no le pasa desapercibido el tema de su conversación y aprovecha la circunstancia para hacerles caer en la cuenta del riesgo que corren, no por el pan que han olvidado, sino por la posibilidad de dejarse llevar por otras “levaduras”.
La levadura es un elemento imprescindible para que la masa fermente. Es lo que aprovecha Jesús, valiéndose de este elemento para recordarles las veces en que ha hecho el milagro de proporcionar pan allí donde no lo había. Partiendo de ese punto su discurso toma otra dirección e invita a los apóstoles a algo mucho más peligroso que la falta de pan. Desde ahí insta a sus seguidores a huir de dos actitudes que percibe con frecuencia en aquella sociedad. No tienen nada que ver la una con la otra. La levadura de los fariseos equivale a vivir una vida donde el legalismo, la hipocresía, la piedad desenfocada están presentes en muchos de estos hombres considerados piadosos.
La levadura de Herodes equivale a una sociedad donde Dios está ausente y, por lo mismo, proliferan elementos destructivos donde para conseguir un fin no se valoran los medios. No es raro que ahí crezcan la mentira, la corrupción, la insolidaridad, el individualismo egoísta.
Esas “levaduras” no pueden hacer fermentar el “pan,” ese pan que es el mismo Jesús y su mensaje. Contra esa levadura, tan cercana a todos y en todos los tiempo, les/nos previene Jesús. Él nos insta a alejarnos de esas dos actitudes que van contra el Reino de Dios que Él nos propone. Es la levadura que podemos contemplar en nuestra sociedad y, ¡ojo! en nosotros mismos: la levadura de la comodidad, de dejarnos llevar por los mensajes publicitarios, del qué dirán, del individualismo egoísta… Todo ese mundo oscuro y que va dejando a Dios en la penumbra olvidando se amor y devolviéndole lo contrario de lo que Él espera de cada uno. De esa levadura hemos de huir, si queremos sentirnos auténticos seguidores suyos.
Recordemos hoy a una figura dominicana; al gran predicador a través de la pintura que fue el Bto. Angélico. Su fiesta se celebra este día.
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