miércoles, 1 de marzo de 2017

LECTURAS Y EVANGELIO MIÉRCOLES DE CENIZA

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Primera lectura

Lectura de la profecía de Joel 2,12-18:

«Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»

Salmo

Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17 R/. Misericordia, Señor: hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. Señor,
me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,20–6,2

Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,1-6.16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»

Compartimos la Palabra

Rasgad los corazones, no las vestiduras

Un momento histórico nada propicio para los israelitas les provoca un tremendo miedo al futuro; por eso el profeta Joel hace oír su voz para que vuelvan al Señor por la vía de la conversión y de la penitencia, y, además, con lo mejor de sus energías, con todo el corazón. El Dios viviente del Éxodo se deja encontrar por todo aquel que lo busca desde la transparencia de sus actitudes y compromisos. La conversión que demanda el profeta arraigará en el pueblo como modo de ser si brota del corazón y no se conforma nunca con los gestos externos de penitencia. La pedagogía del profeta es sencilla: todo esto es posible porque el Dios de la alianza es un derrochador de misericordia y compasión. Cierto que la conversión no es un mecanismo automático por medio del cual se puede disponer de Dios, pero sí es la mejor forma de remover nuestra tierra personal para que Dios sea el mejor habitante de nuestras palabras y acciones.

Reconciliaos con Dios

Parece que Pablo estuviera viviendo el dolor del alejamiento con sus muy queridos corintios y deja en este texto una llamada imperiosa al acercamiento; la distancia entre Pablo y los de Corinto debe pasar antes por acortar la existente entre éstos y Dios. Necesitamos vivir en paz unos con otros, pero se antoja casi imposible si antes no disfrutamos de la paz con Dios. No tenemos derecho alguno a hacer fracasar la gracia que se nos ofrece a todos por medio del evangelio; acogida la presencia de Dios Padre en nuestra vida, se produce el tiempo favorable, tiempo para disfrutar y agradecer en el nombre del Señor.

Tu Padre, que ve en lo escondido, te pagará

La práctica de la justicia en no pocas páginas de la Escritura se cifra en las tres formas que indica hoy el texto evangélico de Mateo: la limosna, la oración y el ayuno. Pero lejos de su natural propósito estas prácticas se tornan en una manifestación espuria de religiosidad, al degenerar en maneras de hacerse notar de los demás y ser tenidos por buenos. Tal derivación invalida su inicial calidad y propósito. Y tanto en lo referente a la limosna, como a la oración y al ayuno, Jesús propone una práctica religiosa siempre centrada en Dios, el que ve en lo secreto, y en la gratuidad que su relación demanda. La recompensa es la conexión filial que se produce con el Padre, vía caridad con el prójimo. Porque lo decisivo de la práctica del ayuno, la oración y la limosna es la relación de fe y amor que se establece con el Padre del cielo, porque la religión debe estar en función de manifestar el creyente cuánto cree en Dios, y no los rótulos de bondad que por, practicar la religión, pudieran adornar su exterior.
 El Miércoles de Ceniza abre un fecundo camino que recorremos los bautizados con la vista puesta en la noche bautismal por excelencia; centrar el dial de nuestra vida en el mucho amor que Dios Padre-Madre será el equipaje evangélico de estos días.
¿Leemos con sensibilidad actual el criterio que Joel nos ofrece para purificar nuestras prácticas cuaresmales?


Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)

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