El miércoles 6 de julio, el Papa Francisco recibió a 197 peregrinos procedentes de Francia,entre los cuales 25 eran niños. Todos ellos están viviendo de forma precaria.
La Asociación de Amigos del Padre Joseph Wresinski (APJW), junto a cuatro asociaciones y comunidades (la comunidad de Sappel, las Hermanas de la Buena Nueva Cuarto Mundo (Toulouse), el grupo Bartimée de la parroquia de Castanet-Tolosan (Haute-Garonne) y la Fraternidad de la Piedra Angular) que llevan a cabo su labor con personas que viven en la precariedad con el fin de integrarlas en la Iglesia, son las creadoras de esta peregrinación llamada Siloé, es decir, «enviado».
Con ocasión de la peregrinación Siloé a Roma el pasado 4 de julio, Christophe Chaland publicó en La Croix un estudio para conocer el modo particularmente intenso con el queviven la fe los creyentes enfrentados a la precariedad:
«Tengo que dejar mi alojamiento. No sé adónde voy a ir». En una acera del distrito 4 de París, Ana, de 65 años, se confía con una amiga, parroquiana como ella de la iglesia de los Blancos Mantos. Es portera de un inmueble desde hace cuarenta años y la preocupación de jubilarse se añade a numerosos problemas de salud. «Pero, ¡tengo la fe!», afirma Ana, que creció en Portugal en una familia creyente. Añade: «A veces la pierdo, pero al día siguiente [la fe] vuelve».
Misa celebrada al aire libre para personas en situación de precariedad. Fuente: La Croix.
Precariedad y oración
Vivir sin seguridad material, sin posibilidades de futuro a causa de escasos recursos, del paro, luchar con las dificultades sociales que engendran la pobreza: esto es la precariedad. La palabra precariedad [précarité] tiene, en francés, la misma raíz que "prière", oración: ésta supone una forma de pobreza para recibir, por la Gracia, lo que no se puede comprar.
¿Cómo viven su fe los creyentes que viven en esta fragilidad permanente? En los grupos de la Fraternité de La Pierre d’Angle [Fraternidad de la Piedra Angular], donde se reúnen alrededor de la Palabra de Dios, pueden hablar con libertad.
«Yo no podría vivir sin la fe, estaría perdida», afirma Monique, 62 años, de Chalon-sur-Saône, que reza todos los días. Sin embargo, cuando perdió a su padre hace trece años se enfadó con Dios: «Dejé de creer. Él me había arrebatado a mi padre». Durante dieciocho meses permaneció en ese estado. «Y un día, la fe volvió, subía desde el fondo de mis entrañas. Volví a entrar, feliz, en una iglesia», recuerda.
Un duro combate espiritual
Esta fe vital no es un largo río apacible. «Los pobres tienen una relación directa con Dios», observa Bigna Paturle, que participa desde 1989 en la comunidad de Sappel, cuyo fin es responder a la demanda espiritual de los más necesitados.
«No cuestionan la existencia de Dios, sino el hecho de ser amados», precisa. En el libro que los peregrinos de Siloé enviarán al Papa, uno de ellos expresa sus dudas: «Me pregunto si Jesús tiene verdaderamente ganas de ayudarme, si lo que no quiere es hacerme pagar el hecho de haberme extraviado». La ausencia de seguridad les hace vivir un duro combate espiritual.
Sophia es haitiana. Dejó su país hace diecisiete años y se ocupa ella sola, en París, de sus dos hijos, sin más recursos que el RSA (revenu de solidarité active, renta de solidaridad activa, prestación social francesa gestionada por cada consejo departamental). «Rezamos. Y una voz nos dice: ¿por qué rezas? Dios no existe», explica.
Pero al cabo de poco tiempo puede testimoniar que pidió ayuda al Señor con todas sus fuerzas por su hijo, que tenía graves dificultades en el colegio, y cuál fue su maravilla y asombro ante la evolución inesperada del chico: «¡Dios ha transformado a mi hijo!», dice convencida. La luz de la fe sigue siendo, para ella, una guía para discernir y actuar: « En la fe está la conciencia. No podemos hacer lo que nos plazca. Debemos reservar un lugar para la persona. Y no hay que juzgar».
Descubrir la alegría del Evangelio vivida por los pobres
Las personas que viven en precariedad tienen una relación particularmente intensa con Dios y la Biblia. En un libro reciente, Évangile entre toutes les mains, el padre Dominique Fontaine, capellán nacional del Secours Catholique, ha reunido las reflexiones que se han intercambiado en más de veinte grupos en los que se comparte la palabra de Dios.
En un texto muy conocido del Evangelio, Jesús les pide a sus discípulos que busquen el Reino de Dios sin preocuparse: «Y vosotros no andéis buscando qué vais a comer o qué vais a beber, ni estéis preocupados. La gente del mundo se afana por todas esas cosas, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. Buscad más bien su reino, y lo demás se os dará por añadidura. No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino» (Lc 12, 29-32).
El padre Fontaine, leyendo sus comentarios, estaba asombrado. Esperaba que estas personas que viven con gran precariedad reaccionaran contra lo que podría parecerles un llamamiento a la despreocupación: «Fácil decir que no te preocupes cuando estás en paro», habrían podido decir. Sin embargo, escribe, «estas personas han entrado completamente en el método de Jesús. Han experimentado, tal como testimonian, la providencia (…).
»Y nosotros, nosotros descubrimos esta alegría del Evangelio vivida por los pobres de los que habla el Papa Francisco, que nos invita a "reconocer la fuerza salvífica de sus existencias y a acoger la misteriosa sabiduría que Dios nos quiere comunicar a través de ellos"».
«Dios tiene un modo especial de dirigirse a los pobres»
Impresionado por la fuerza de la palabra de fe de los pobres, el capellán nacional del Secours Catholique cree que «los teólogos deberían interesarse en esto». Según su experiencia, Bigna Paturle cree que «Dios tiene un modo especial de dirigirse a los pobres».
Marcel, de 65 años, no ha estudiado teología en los libros. El mayor de siete hermanos, conoció la miseria en su infancia, transcurrida en las barracas de Vitré (Ille-et-Vilaine). La separación de su familia y acabar en un orfanato fueron pruebas precoces. En su hermosa autobiografia, Ceux des baraquements, cuenta su larga lucha con el alcohol, de la que salió victorioso tras su encuentro con el Señor a través de los que le tendieron una mano. «He cambiado totalmente de vida», testimonia escuetamente.
El otro, paso obligado hacia Dios
Su crucial experiencia del Reino se profundiza continuamente. «Los momentos de duda forman parte de la fe; cuando tengo estos momentos de duda, una imagen surge inmediatamente en mi mente: Cristo en la cruz hablando con su Padre, dudando también. Inmediatamente me digo : "no tienes derecho"», explica.
Para Marcel, la duda equivale al «deseo de bajar los brazos» que él bien conoce. Para él «la fe se merece», pero no en un combate solitario: «Jesús nos pide prestar atención al otro, ser un vigilante activo». Marcel se ha convertido en un sabio. «Me gusta tener tiempo para estar solo. Camino una hora. Después leo un pasaje de la Biblia. Pongo todo por escrito. Después, en el grupo, puedo compartir mis reflexiones y nutrirme de la palabra de los otros». El otro, paso obligado hacia Dios.
Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
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