No soy de los que piensa que cualquier tiempo
pasado fue mejor aunque en algunos aspectos es tan cierto como que hoy es
jueves y antes era Corpus en esta parte del mundo.
Hoy pensaba escribir un artículo dedicado a
Villaluenga del Rosario, mi lugar de adopción, aunque como todos sabemos el
hombre puede proponer aunque al final el que dispone siempre es Dios.
Y eso me ocurrió ayer miércoles cuando atardecía
en esta bendita Isla de León.
Cuando fue nombrado, muy certeramente, mi querido
y siempre admirado Pepe Rodríguez Valverde como Exaltador de la Eucaristía le
prometí, y me comprometí, en estar junto a él ese día a pesar de que por las
razones obvias de mi enfermedad no suela programar nada con tanta antelación.
La tarde de ayer miércoles 25 de mayo se
presentaba algo fresca para el calor que nos ha acompañado en los últimos días
aunque todo bien sabemos que en este mes de mayo se puede compendiar las cuatro
estaciones en tan solo 31 días.
Cuando llegué sobre las ocho y cuarto de la tarde
vi que la puerta de la Capilla de las Carmelitas en la céntrica calle Colón aún
permanecía cerrada y un grupo numeroso de hermanos cofrades de distintas
Hermandades se congregaban a las afueras.
Gran alegría, honda satisfacción, cuando por fin
pude conocer de forma personal y dar un fuerte abrazo a mi querido Hermano
Mayor en Humildad y Paciencia, Guillermo Zuaza. Conversamos como si nos
conociéramos de toda la vida porque eso es una de las cosas que tiene el buen
uso de internet, que se fraguan sólidas amistades sin llegar a conocerse de
forma personal. Con muchos buenos amigos míos me ha ocurrido pues al estar
metido de lleno en la evangelización por medio de la red esta situación se
convierte en lo cotidiano. Luego saludé algunos miembros de su Junta.
Di un paso y nuestras miradas se encontraron
frente a frente, me sentí muy emocionado al ver y abrazar con todas mis fuerzas
y todos los sentidos a mi querido y buen hermano Pepe Valverde. Había pasado
muchos años, demasiado diría yo, pero el cariño se mantenía invariable.
Y emocionados empezamos a charlar de nuestros
recuerdos, vivencias en torno al Carmen, a sus sentimientos ante la Exaltación
que estaba a punto de comenzar y que se le notaba que el sólo hecho de ponerse
ante Jesús Eucaristía lo emocionaba hondamente. Le dije: “Pepe te doy el abrazo
que te daría cuando terminaras porque me iré en cuanto acabe el acto. Sé que lo
vas hacer muy bien porque has crecido en la fe desde dentro de la misma
Iglesia”.
Poco después nos saludamos muy amablemente Daniel
Nieto Vázquez y yo.
Era un día de reencuentros y se notaba en el
ambiente.
Al poco me encontraba con miembros de Junta de
Gobierno y hermanos de mi querida Hermandad del Prendimiento a los que quiero
de verdad, con todo el corazón, porque me demuestran con hechos y palabras que
es mi Hermandad. Fani García, que está guapísima, Rafa Ahumada, Rafael López
Carrillo y un grupo muy numeroso que no voy a nombrar ante el riesgo de un
injusto olvido involuntario hizo que a un paso de entrar en las paredes del
Templo ya me encontrara en mi Casa.
También miembros de la Junta de mi querida
Hermandad de Misericordia así como hermanos muy significativos como Joaquín
Braojos, Manolo Moreno Cruceira, Luis Rubio también fue motivo de la alegría de
este reencuentro.
Antes de acceder conversamos Caridad Gil Tocino
que hacía mucho tiempo que no nos veíamos que con la cordialidad que le
caracteriza se preocupó por todo lo mío.
Entré en la Capilla cuando en la zona del
Presbiterio estaban solamente el arcipreste, Padre D. Alfonso Gutiérrez y Juan
Carlos Muñoz miembro del Consejo de Cofradías organizando los últimos
preparativos.
Me senté en mi sitio favorito cuando voy a título
particular a los sitios: En el último banco.
El templo se iba llenando poco a poco. La mayoría
entraba sin fijarse en la última fila, como es normal, aunque otros si hicieron
lo posible para volverse y saludarme después de tanto tiempo como es el caso de
mi querido Hermano Mayor de Misericordia, Antonio Moreno, el Vicepresidente del
Consejo, Jesús Cruz o el Teniente de Alcalde y cofrade de mi Hermandad de
Resurrección, Iñaki Bermejo entre otros.
Y desde la última fila disfruté de la Exaltación
que nos tenía preparada José Rodríguez Valverde.
Sentado frente a frente al Señor empezó a
conversar con él haciéndonos partícipes de su Adoración hecha Exaltación.
Gratitud a Jesús por todo lo que le ha dado, recuerdos de una infancia y
juventud tras las paredes del Carmen donde creció y maduró en la fe que ayer expandió para el
bien de todos los que estábamos allí. Recordó al Hermano Humberto y al Padre
Serafín, nos llenó de sus recuerdos y vivencias que por qué no decirlo son
también recuerdos y vivencias de mi infancia que ya alejada en el tiempo se
resisten a caer en el pozo del olvido.
Pepe Rodríguez Valverde pronunció una Exaltación a
la Eucaristía para degustarla, saborearla con los ojos cerrados. Había tanta Fe
en sus palabras y en sus emocionados silencios que Jesús se hacía presente en
cada coma, cada párrafo, cada margen, cada lágrima derramada por él y por
tantos que absorto de intensa emoción expandían sus alabanzas por medio de una
lágrima llena de pureza.
La Exaltación que duró lo que duró se hizo corta
porque su intensidad era mucha. En ella nos mostraba el camino y como todos
debemos coger nuestros báculos para caminar haciendo nuestro el camino de
evangelización que tenemos que emprender sí o sí.
De extraordinaria se puede calificar la actuación
de la coral “Logar de la Puente” bajo la dirección de Paco González. Sus voces
eran introductoras de lo bello y sublime que es Cristo.
Agradecer, porque me toca muy de lleno al moverme
en este apasionante mundo, a todos medios que cubrieron el acto de Exaltación
de la Eucaristía pues el mismo llegará muchos que no pudieron estar presentes.
Son también los medios de comunicación un medio muy eficaz de llevar a Dios a
tantas casas y corazones necesitados.
Fuiste capaz de hablar a Dios poniendo tu voz lo
que pensamos los que enamorados de Él somos capaces de dar nuestra propia vida
por llevar su Palabra a todos los confines de la tierra.
Ayer mi hermano, amigo, José Rodríguez Valverde
hizo sencillo lo que parece tan complicado: Hacer de una Adoración al Santísimo
una extraordinaria Exaltación a la Eucaristía que seguro será recordada por
mucho tiempo por su profundidad que ese sendero que recorre un cristiano cuando
se adentra en los misterios insondables de la Fe.
¡¡Gracias Pepe!! ¡¡Gracias Dios mío!!
Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento
del Altar.
Jesús Rodriguez Arias
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