El pasado jueves día
21 de enero, tras ocho años de restauración en el Instituto Andaluz de
Patrimonio Histórico, regresaba a nuestra ciudad la imagen de Nuestra Señora de
la Paz, titular de la Hermandad Sacramental de Santiago.
Así, el próximo domingo día 24 de enero será una
fecha muy importante para la historia reciente de la Hermandad Sacramental de
Santiago, ya que retomará, tras más de medio siglo, la Función Principal de
Instituto, que estará presidida y se consagrará en honor a su Amantísima
Titular Nuestra Señora de la Paz.
La cita será a las 13:00 horas en
la Capilla del Asilo de San José (calle Taxdirt).
Al Ofertorio de la Misa, que será
oficiada por el R. P. Fray Francesc Xavier Catalá Sellés, O. P., del Convento
de Santo Domingo de Jerez, esta Hermandad hará solemne y pública protestación
de Fe y renovación del juramento de defensa de los dogmas marianos de la
Inmaculada Concepción de la Virgen María y de Su Asunción a los Cielos, así
como de la piadosa creencia de Su Mediación Universal en todas las Gracias, y
del juramento de fidelidad a sus Santas Reglas, finalizando con la imposición
de la medalla corporativa a los nuevos hermanos.
Se desconoce el
origen y autoría de la Virgen de la Paz. Los datos la vinculan, sobre la
segunda
mitad del
siglo XVII, a la capilla del mismo
nombre existente
en la iglesia
parroquial de
Santiago el Real y
de Refugio.
La Virgen de la Paz salía en procesión con la Hermandad Sacramental. Según el Libro de Reglas procesionaba el 24 de enero (día de la Virgen de la Paz) y si el tiempo lo impedía salía en el mes de julio, coincidiendo con la festividad de Santiago Apóstol.
La obra es una escultura de bulto redondo en madera tallada y policromada. De tamaño casi natural, está de pie y sostiene al Niño Jesús con el brazo derecho, éste, en una posición recostada. La Virgen coge tiernamente el pie al Salvador. La posición de la figura es frontal, con un ligero avance de la pierna izquierda, que actúa de contraposto. La Virgen está sobre un pequeño pedestal de forma cuadrada, dejando verse el pie. La imagen va vestida con túnica manto, sin cubrir la cabeza, con los colores marianos característicos, azul para el manto y rosa para la túnica.
El rostro de la Virgen presenta una amplia frente con unos ojos grandes y expresivos, los ojos de cristal enmarcados por unas cejas finas ovaladas, nariz afilada, pómulos generosos, boca pequeña cerrada aunque esbozando una leve sonrisa, doble papada, el cabello suelto peinado con la raya en medio y amplia cabellera que le cubre hasta la cintura, trabajado con incisiones onduladas bastantes marcadas. Las encarnaciones de la Virgen son claras, resaltadas por los tonos rosas de las mejillas y la intensidad de los labios.
El Niño Jesús presenta morfológicamente similitudes con la Virgen. Dispuesto con los brazos abiertos mirando al espectador y con la cabeza ligeramente inclinada, frente amplia, con las cejas ovaladas y muy finas, encuadran unos ojos castaños de forma almendradas, boca pequeña entreabierta, la cabellera peinada de forma desenfadada, un pequeño flequillo y ondulaciones detrás de las orejas. Plásticamente sigue las pautas de la Virgen. La anatomía del Niño presenta formas blandas redondas características de la morfología infantil, dando como resultado un gran naturalismo.
El Niño Jesús va desnudo envuelto en un paño de pureza que deja ver gran parte de su figura. La encarnadura es clara con matices rosáceos en zonas puntuales y especialmente sonrojadas en las mejillas.
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