miércoles, 27 de enero de 2016

* DESDE VILLALUENGA: A JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ GONZÁLEZ: CON VERDADERA ADMIRACIÓN.






Antes que nada diré que no voy a escribir en esta particular tribuna llamada y conocida por todo el mundo como “desde Villaluenga” hasta finales de la próxima semana pues no quiero cansar en demasía a los leen cuanto escribo ya sean en nuestro bendito pueblo así como en todos esos lugares donde se quiere y admira a Villaluenga del Rosario.

Os debo reconocer que disfruto mucho de esta pasión y también vocación que es escribir y más si cabe cuando se trata de poner en valor a personas que por su comportamiento ante la vida, su capacidades, su valentía para enfrentarse a esos toros que tiene cada particular día lo hacen con una sonrisa, con amabilidad, con rectos principios, con generosidad, con silencio, con humildad, con amistad y verdadera camaradería.

Sí, pienso que este don que Dios me ha dado se hace más rotundo cuando escribo de buenas personas, jóvenes o mayores, conocidos o desconocidos para el gran mundo, que con su testimonio en la vida hacen grande la pequeñez.

Quiero adelantar antes que nada que este artículo es en verdad un regalo en cual yo pongo el envoltorio que pueden ofrecer las palabras aunque el contenido, inmenso, valioso y lleno de significado lo ha puesto Ignacio Bonmati Bohórquez.

Recuerdo que hace unas semanas, un viernes tarde estaban tomando una copa al calor de la charla y sobre todo la amistad Ignacio y José María. Los saludé y fui correspondido con gran educación y simpatía en lo que es la norma de actitud normal en ellos.

Me senté en una apartada mesa y mientras tomaba mi ya tradicional copa de brandy escribía algunas impresiones que se me venían a la mente pues es bien sabido que la eso que llaman “inspiración” viene y va cuando menos se le puede esperar.

Se levantaron y entonces me dirigí a Ignacio con esta frase: “Tengo que pedirte una cosa” a lo que me contestó sin saber cual era mi intención: “Estoy a tu disposición”. Y ahí quedó la cosa.

Al poco tiempo me ponía en contacto con él para hacerle partícipe de la idea de dedicar un artículo en SED VALIENTES a José María Gutiérrez González y que quería que fuese él quien llevara el “hilo conductor” de este regalo que solamente aspira a rendir un pequeño aunque sincero homenaje a un joven ejemplar de nuestro bendito pueblo de Villaluenga del Rosario.

Con la venia de mi querido y admirado Ignacio Bonmati transcribo con total literalidad su contestación que me llegó a emocionar pues traspasó los límites de la frialdad virtual con sus nobles sentimientos hacia José María, su gran amigo y hermano.

Perfecto Jesus, me hace mucha ilusión ya que José María para mí es más que un amigo, es mi hombre de confianza y mi hermano, el que siempre está ahí. Sí que se lo merece. Es de las mejores personas que he conocido y lo admiro mucho”.

En un párrafo se condensa todo lo que pueda desarrollar en este escrito pues así, tal y como lo cuenta Ignacio, es José María Gutiérrez González.

Es José María un joven cien por cien payoyo pues aunque haya podido vivir en otros sitios su corazón, su alma, la tiene prendida esa “casita en  medio de la montaña” que es Villaluenga del Rosario.

Es un hombre de extraordinarios valores que lo hacen ser buen hijo, buen nieto, buen sobrino, buen hermano, buen amigo, buen hermano del alma porque es bueno y además se le nota.

Hombre de honor, de palabra justa en el momento adecuado, hombre de grandes y respetuosos silencios pues sabe que escuchando se aprende siempre. Hombre trabajador que mete el cuello donde haga falta aunque tenga o no recompensa.

José María Gutiérrez es un hombre joven que le apasiona todo lo que tenga que ver con la religiosidad popular. Gran devoto de la Virgen del Rosario, Nuestra Madre y Patrona, así como de Nuestro Padre Jesús y la Virgen de los Dolores así como San Roque o la tradicional romería de la Divina Pastora.

José María es un apasionado del mundo de la tauromaquia de ahí que siempre esté con su buen amigo Ignacio Bonmati al que quiere, respeta y admira sentimientos estos que son, como habéis podido observar, totalmente correspondidos.

Defensor del Toro Cuerda como expresión de las tradiciones más puras de nuestro pueblo y de España como tal.

Se puede decir que la caza es otra de sus pasiones que disfruta cuando se encuentra en esa soledad ante la inmensidad de la naturaleza y donde solamente están ese venao y él.

También lo puedes ver participar de las todas la fiestas, feria y festividades. No es raro verlo acompañar a la Reina o Damas Villaluenga del Rosario el día de su proclamación que se encuadra en el primer día de las Fiestas y Feria que a primero de septiembre se celebran en nuestro bendito pueblo.

Y cómo buen joven también le gusta estar con sus amigos, pasarlo bien, divertirse y siempre manteniendo ese respeto, esa virtuosa educación, esa voluntad por agradar y ayudar a todos.

Sí, pienso que José María Gutiérrez González es un hombre joven del que te puedes fiar porque siempre estará a tu lado en los buenos y sobre todo en los malos momentos que es en definitiva cuando la amistad, la verdadera que no admite subterfugios, se hace tangible.

De casta le viene al galgo cuando sabemos que sus padres son Antonio Gutiérrez y Francisca, conocida por todos por Paca, González que junto a su hermano Andrés conforman lo que es su Familia.

Pero su Familia abarca más que sus padres y hermano porque también lo son sus tíos paternos: Andrés, Mateo, José María y María así como lo maternos: Mari, Paco, José María y Esteban.

No es raro el ver a José María acompañar en incontables ocasiones a su tío materno José María en las labores del campo y con el cual pasa mucho tiempo.

Sus abuelos maternos: José María y Francisca, conocida por Paca, o paternos que son Andrés y Catalina.

¿Por qué he querido nombrarlos a todos? Pues para dar constancia de que de tan buenas raíces ha salido un frondoso árbol que es para muchos su cobijo.

Algunas veces, medio en serio medio en broma, le decía que tenía que escribir de él a lo que me contestaba que ni se me ocurriera y otras, creyendo que a lo mejor hablaba en broma, me espetaba: “¡Lo estoy esperando!”.

Y este particular regalo se ha hecho esperar porque tenía que llegar en el momento adecuado que no lo pone nadie más que Dios que sabe jugar mejor que nadie con los “tiempos”.

Este artículo es cual es simplemente un esbozo pues ni por asomo llega a constatar la grandeza personal de José María Gutiérrez González ya que eso es simplemente imposible porque la Bondad, el Respeto, el Honor, la Sencillez, la verdadera Amistad, la Entrega, el Servir a todos, los Silencios..., no se pueden explicar con simples palabras.

Lo único que sé a mis cuarenta y seis años de vida que es muy difícil conseguir unanimidades y José María lo ha conseguido pues no conozco a nadie que en ningún momento me haya puesto un “pero” de él. Todos hablan bien, todos se emocionan cuando recuerdan todo lo bueno que ha ido aportando a sus vidas sin pedir nunca nada a cambio.

¡Ese es José María Gutiérrez González!

El otro día me enviaba otro correo, que es el heredero de la romántica vía epistolar, mi querido Ignacio Bonmati Bohórquez el cual terminaba su mensaje con estas palabras que lo que hacen es ratificar cuanto aquí se ha dicho, se ha expuesto tan torpemente por mi parte porque me he visto superado de la grandeza personal y humana de José María.

“Quiero agradecerte esto Jesús porque de verdad que para mí José María es una persona muy especial. Es mi hermano, mi amigo y un tío muy grande. Gracias de corazón por qué se lo merece, las cosas que he vivido y sigo viviendo con él son esas que te hacen ver las cosas bonitas de la vida”.

Es un regalo de la Santísima Virgen del Rosario el poder encontrar un amigo, un hermano, de estas características porque siempre saben estar contigo y hacerte ver la cara amable de la propia vida.

La fotografía que preside este regalo hecho artículo me ha proporcionado Ignacio, como otras que ilustran el mismo, y se ven a dos amigos detrás del burladero. Uno el torero, el maestro, el que tiene que salir a la plaza para que jugándose la vida convierta ese espacio de tiempo en puro arte. Junto a él su amigo y hombre de confianza con una mirada que traspasa y que puedo llegar a asegurar que siente más tristeza y más alegría que el propio torero pues el artista, el maestro de la tauromaquia es su gran amigo, su hermano del alma Ignacio Bonmati.

Quiero expresamente regalar a José María, su Familia, sus amigos y expresamente a Ignacio una de las “Fábulas camperas” del padre Leonardo Castellani, que se llama “Amistad”. Pienso que esta fábula del campo argentino describe de la mejor manera a este buen y querido amigo.


Un hombre tenía tres amigos. 

 Uno le regaló dinero. Era un buen amigo.

El otro, una vez le puso la mano sobre el hombro y le dijo:
   - Si te matan, yo me haré matar por ti.
   - ¿Por mi o conmigo?, le dijo.
   - Contigo. (Y no mentía).

El tercer amigo cuando iba a verlo se ponía alegre.  Él también se ponía alegre.  Y estaban alegres todo el tiempo. Este último era su mejor amigo."

Y este es para Ignacio, para tantos y también para mí José María Gutiérrez González al cual hoy he tenido el honor de participar en este especial que es, no lo olvides nunca, tributo de los que te quieren, quieres y siempre estás a su lado.

Mi enhorabuena a sus padres Antonio y Paca, su hermano, tíos, abuelos y todos cuantos le quieren porque no todos los días tenemos el privilegio de tener tan cerca a un hombre, a un joven, con tantos valores y que en su día a día contribuye para hacer grande la pequeñez.

Conociéndote, querido José María, sé que estas palabras, que este regalo, te dejará un poco fuera de lugar, lo sé porque reconozco que vives en la humildad, la sencillez aunque ya era hora de que alguien pusiera por escrito los sentimientos de tantos hacia ti. Disfruta de estos días de fiesta que se avecinan en nuestro bendito pueblo de Villaluenga del Rosario y que sepas que te debo una copa invitación que hago extensiva a mi querido y siempre admirado Ignacio Bonmati Bohórquez al cual le agradezco todo y sobre todo enseñarme lo que es la verdadera Amistad.

Con un fraternal abrazo,

Jesús Rodríguez Arias

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