Cuando alguien llegue a destruir a aquellos que querían derribarlo, debe darse prisa para poner fin a la venganza, a las penas e incluso a las recompensas. Es mejor perdonar mucho que castigar mucho, exiliar poco que exiliar mucho, dejar los bienes que multiplicar las confiscaciones. Bajo el pretexto de vengar derechos se corre el peligro de implantar tiranía.
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