domingo, 13 de septiembre de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (Evangelio del día). Esta pregunta nos la hace el Señor muchas veces y me parece que, o bien no sabemos responderla, o miramos para otro lado o nos quedamos "atontaos". No saber responderla tiene su "delito" (al menos, como San Pedro, deberíamos responderla aunque nos equivoquemos), porque eso demuestra nuestra "flojita fe". De lo demás no te cuento porque la pregunta, para el cristiano de hoy, es fundamental. En nuestra época, dónde están saliendo sectas, grupos gnosticos y espiritualidades a cada momento, donde se está dando un sincretismo religioso bárbaro, mezclándolo todo, donde se lleva la religiosidad extremista (sobre todo algún sector de los musulmanes), donde hay mucha gente buena "buscado" y gente "perdida", se hace urgente responder la pregunta de Jesús. Y responderla con toda sinceridad y honestidad, asumiendo, con libertad, las implicaciones de la fe que confesamos. Y unos de los temas por el que "huimos" como gato escaldado es el tema del dolor. Si el Padre no le ahorró ningún dolor al Hijo, ¿algún valor tendrá? Lo hemos dicho muchas veces: "Cristo nos redime con su dolor", pero, y nuestro dolor, ¿podrá tener algún valor redentor? No sólo para nosotros, sino, también, para los demás. Esa podría ser la clave, difícil de entender –y asumir–, pero ¿no vamos a ser menos que Jesús, ni "descafeinemos" su entrega?, lo hacen los santos, ¿qué impide que también nosotros lo hagamos? Pues por ahí podrían ir los tiros. Santa María de Caná, ruega por nosotros.

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