EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "... me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua" (Oficio de Lecturas). En el Evangelio de hoy y en el de ayer, el Señor está siendo especialmente severo. Y no es para menos. No es que Dios quiera "echarnos en cara" nuestros pecados y comportamientos, sino que nos quiere poner en aviso para que seamos sinceros y auténticos, para prepararnos a recibir su gracia y su redención. La lectura del Oficio es muy aclaradora: Cambiamos el manantial de agua viva, que corre, que vivifica, que no acaba, por agua estancada, limitada y que se pudre. Cambiamos la buena fuente por cisternas rotas, que pierde agua. Así somos de inconscientes, –o conscientes, que sería peor–. Y. no sólo "elegimos" mal, sino que "cambiamos" a peor, desde el "amor primero": "Yo te planté, vid selecta de cepas legítimas, y tú te volviste espino, cepa borde". Le pedimos al Señor que nos capacite para tomar consciencia de lo "sepulcros" que somos, de lo que exigimos pero nosotros no cumplimos, de lo que recibimos pero no damos, de lo que decimos pero no hacemos. Santa María, del buen camino, ruega por nosotros.
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