[Publicada el 5 de noviembre de 2012] Belén Langdon, de 17 años, fue la cuarta víctima mortal tras la avalancha que se produjo en el Madrid Arena en la madrugada del jueves. Su familia y amigos afrontaron la últimas horas de vida de la joven con gran fe y entereza
En la madrugada del jueves, tres jóvenes perdieron la vida a causa de una avalancha producida en una macrofiesta, en el Madrid Arena. En torno a las 4 de la mañana, se produjo una estampida que provocó la muerte de tres jóvenes: Rocío, Katia y Cristina, y que dejó a Belén Langdon y a María Teresa Alonso en estado crítico. A día de hoy, María Teresa Alonso permanece ingresada en la UVI de la Fundación Jiménez Díaz con un aplastamiento torácico y habiendo sufrido falta de oxígeno en el cerebro.
En la mañana del sábado, Belén murió en el hospital. Durante tres días miles de personas habían rezado por la joven «con mucha tristeza y mucho dolor pero con la serenidad y la paz que te da cuando uno se abandona a las manos del Señor», según explicó su padre.
«Tengo esta entereza gracias a la fe»
En cuanto se supo que Belén estaba grave, sus amigos se movilizaron. El jueves, a medio día, el sacerdote de su colegio ofició una misa. Tras la celebración, el Santísimo se quedó expuesto para que todo el que lo deseara pudiera rezar.
También en el hospital Doce de Octubre se celebró una Misa por la chica de 17 años. Su cuerpo había sufrido muchos daños y sólo se mantenía con vida gracias a un respirador artificial, que mantenían enchufado hasta que los padres, que se encontraban fuera de España, regresaran junto a su hija.
Los médicos cada vez ofrecían menos esperanzas a la familia. El viernes por la tarde, uno de los hermanos de Belén, que es sacerdote, fue entrevistado por la Cadena COPE. Borja explicó que «hemos puesto a mi hermana en las manos de Dios, porque se está apagando poco a poco su vida». Con una extraordinaria visión sobrenatural y con una gran entereza humana, el hermano contó que no había esperanza médica para Belén, pero que «gracias a Dios, miles de personas han rezado por ella. Además ha podido recibir la Unción de Enfermos». Él mismo le impartió el sacramento.
«Tengo esta entereza gracias a la fe, humanamente no se puede soportar. Somos afortunados por toda la gente que reza por Belén», dijo Borja a los micrófonos de COPE.
«Dios ha querido que sea de esta manera»
La joven murió el sábado a las 9 de la mañana. El velatorio se celebró en el tanatorio de San Isidro. El padre no rehuyó a los medios de comunicación, e incluso en medio de ese dolor dio un gran testimonio de fe: «Estamos viviendo estos momentos con mucha tristeza, con mucho dolor, por nuestra pérdida, pero a la vez con la serenidad y la paz que te da cuando uno se abandona a las manos del Señor. Ha querido que sea de esta manera, y hay que aceptarlo. De esa manera uno se siente muy triste, evidentemente, pero con mucha paz y mucha serenidad».
El funeral de Belén se ha celebrado en la Catedral de Alcalá de Henares y ha sido oficiado por el obispo, monseñor Reig Pla. A la ceremonia han acudido cientos de personas para despedirse con un «hasta pronto» de Belén.
Una chica alegre
Belén Langdon era la penúltima de siete hermanos, uno de ellos cura y otro seminarista. Todos han querido destacar, durante estos días, la profunda alegría que inundaba todo cuando llegaba su hermana: «Todo el rato estaba alegre. Siempre estaba sonriente. Era muy servicial».
También sus amigas del colegio han recordado a Belén, quien no tenía problemas en reírse de sus propios defectos y así hacer pasar un buen rato a sus compañeras de clase.
Durante el tiempo que transcurrió entre el accidente y la muerte de la joven, desde el entorno de Belén se difundió la siguiente oración para poder rezar pidiendo, si era lo más conveniente para las almas, su salvación:
«Señor, vengo ante ti poniendo mi confianza en tu misericordia y amor. Vengo ante ti con fe poniendo mi confianza en tu misericordia y amor. Vengo ante ti con fe en tu promesa que tu das aquello que pida en Tu Nombre si es lo que mas conviene para nuestras almas.
Señor cura a Belén de todos los traumatismos, toca a Belén con Tu mano poderosa en todas las áreas de su cuerpo que más necesitan de sanación. Permite que el calor de Tu Espíritu penetre en todas las células, en todos los tejidos, y en todos los nervios de su cuerpo herido. Reemplaza esos tejidos enfermos con salud. Llévate de su cuerpo todo aquello que no sea vida, limpia toda infección, quita toda inflamación, deja que fluya la vida por su sangre, que el aire vital la restaure por dentro, y reconstruye todas sus zonas heridas.
Fortalece su cuerpo, su mente, sus emociones, su espíritu; y con el mismo poder con que la creaste, sánala y revitalízala, Señor.
A nosotros Señor danos la gracia de aceptar este dolor con paciencia. Déjanos ver desde la fe Tu mano salvadora, cómo Tú nos sostienes y nos llevas.
Y cuando Belén este sana, que sea testimonio de Tu poder y Tu gracia, de Tu infinita misericordia y que pueda servirte y alabarte el resto de su vida. Amén».
José Calderero @jcalderero
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