Una delegación de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) viajó a la República Democrática del Congo para comprobar cuáles son las necesidades más urgentes en Kivu
AIN.- Entre el 16 y el 29 de agosto de 2016, una delegación de la Fundación Pontificia Internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN ) viajó a laRepública Democrática del Congo. El motivo de este viaje era comprobar personalmente cuáles son las necesidades más urgentes en Kivu, al este del país, una región prioritaria para ACN en la República Democrática del Congo.
¿Cómo es la situación actual en la República Democrática del Congo?
Regina Lynch, Director del departamento de proyectos de ACN: En los últimos 20 años, ha sido un escenario en el que se alternaban continuamente la guerra y la paz. Según datos aportados por la Cruz Roja Internacional, alrededor de 5,4 millones de personas han muerto en estas guerras, o como consecuencia de ellas. El problema es que muy pocas personas son conscientes de lo que está sucediendo allí y que realmente nadie habla de esto. En la región no se ha producido ningún desarrollo, o este ha sido mínimo. En algunos lugares incluso se ha retrocedido. Por ejemplo: para viajar por carreteras que antes estaban en buenas condiciones ahora se requiere el doble de tiempo. En 2012, Congo tenía la tasa más baja del índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas.
¿Qué experiencias de su viaje a la RDC son las que más le entristecen?
P. Martin Barta, asistente eclesiástico internacional de ACN: Hay una gransensación de inseguridad; la gente tiene miedo de salir al campo; no se puede salir normalmente de la ciudad después de las seis de la tarde porquese corre el peligro de ser atacado o secuestrado por algunos de los muchos grupos armados. Incluso en la ciudad hay peligro de ser secuestrado o sencillamente tiroteado, como nos han dicho personas que viven aquí.
Regina Lynch: Debido al peligro de secuestro, en la región de Goma no nos atrevimos a salir de la ciudad. Precisamente por ser extranjeros estábamos considerados como objetivos potenciales. En los últimos nueve años han sido asesinados siete sacerdotes. Por este motivo, sobre la violencia y la inseguridad se hablaba prioritariamente en todas las conversaciones.
En Goma también visitamos a las Hermanas franciscanas misioneras de María. Una de ellas, sor Georgette, lleva allí desde hace ahora tres años. Desde entonces trabaja con madres solteras jóvenes. En esta región, dondehay muchas personas desplazadas del mismo país, sucede frecuentemente que las mujeres van al bosque a buscar leña son atacadas y violadas. Entonces, esas jóvenes son rechazadas por sus familias. Sor Georgette las acoge a ellas y a sus bebés y las mantiene durante alrededor de un año para enseñarles algún tipo de pequeño comercio. También intenta ayudarles a superar el trauma leyendo la «lectio divina» con ellas. Son ya 80 los huérfanos que han atendido, después de que hubieron sido rechazados por sus familiares, o que las hermanas encontraron en la calle. Intentan hacer todo lo posible por ayudarles. De momento están en una casa alquilada,pero necesitan un lugar propio. Si la Iglesia no estuviera allí, no sé qué pasaría con esas mujeres y los niños.
¿Qué experiencias de su viaje a la RDC han sido las más bellas?
Regina Lynch: Una de las experiencias más maravillosas para mí fue lacelebración de las bodas de oro de las Hijas de la Resurrección en Bukavu. Lo que han hecho en estos 50 años, como se puede ver por lo mucho que son apreciadas por la población local, es estar realmente muy cerca de los más pobres entre los pobres. Al mismo tiempo trabajan pastoralmente de modo muy activo, hacen muy buena labor catequética. Es muy bonito ver cómo un pequeño grupo de sencillas muchachas ha crecido hasta convertirse en una congregación de 216 religiosas que, a pesar de los difíciles tiempos por los que han pasado y de la violencia que han sufrido, está muy motivadas.
P. Martin Barta: Para mí ha sido el misterio de la fe. Ver lo peligroso que es, no solo para los misioneros, sino también para todas las personas que viven en ciertas partes de esta región, y cómo afrontan esas dificultades sin desesperarse. Cómo la gente se enfrenta con esas circunstancias en las que personas del mundo occidental se encontrarían completamente destruidas, que estas no podrían soportar… Personas que hablan de sus sufrimientos y dolores con un sentido de compostura; nunca les hemos visto llorar, pero sí rezar y bailar durante la Santa Misa. Era como si pusieran toda su angustia emocional en ello. Esta expresión de la fe, que supera esas condiciones inhumanas, era algo muy fuerte para mí.
Otra experiencia increíble para nosotros se produjo en Goma. Allí hay unaprisión que fue construida en la época de la colonia belga. Tiene unos 70 años de antigüedad; originalmente estaba prevista para 150 personas, pero actualmente hay allí más de 2.000. Sor Kathrin, del Instituto alemán de San Bonifacio, que acude a la prisión varias veces por semana, nos llevó consigo. No nos imaginábamos cómo iba a ser. Los guardias nos dejaron entrar, y en seguida nos dimos cuenta de que estábamos dentro de la prisión. Allí no hay ni celdas ni barreras; estábamos literalmente en el centro de la prisión. Y la religiosa andaba entre los prisioneros con total tranquilidad, sin preocupación aparente por el peligro de la situación. El modo en que la religiosa trataba a los prisioneros y su autoridad natural me impresionó mucho; ver cómo la dedicación de esta religiosa puede tener tal influencia en esos hombres que la respetan tanto. Como enfermera, cura a los heridos y lleva alimento a los prisioneros. Sor Kathrin también intenta que se libere de esa cárcel a personas que pasan allí muchos años sin haber sido acusados nunca de nada.
¿Hay alguna cita de algún socio en los proyectos que les gustaría compartir?
P. Martin Barta: Visitamos a las hermanas trapistas en Murhesa, cerca de Bukavu. Se trata de una orden contemplativa; es maravilloso ver la vida contemplativa en plena área donde reina la violencia. Las religiosas se encuentran en un continuo peligro. Una de ellas fue asesinada en 2009;recibió un disparo al abrir la puerta del monasterio. Pero siguen aquí rezando por toda la región y pidiendo la bendición de la paz. Hay una hermana francesa de 90 años de edad —solo quedan dos de este país; el resto son congoleñas—. Le preguntamos cuál es su carisma y respondió: «buscar a Dios en la sencillez y el amor, en todo momento».
Regina Lynch: También preguntamos a uno de los sacerdotes en Goma, el P. Juvenal, quien trabaja en la llamada zona roja, una de las más peligrosas, cómo es posible que la gente continúe aquí. Y dijo: «la gente permanece aquí porque el sacerdote sigue estando aquí». Esto es probablemente típico de toda la región. Y no se refiere tan solo a los sacerdotes, sino también a las religiosas. Efectivamente, la gente se queda tanto tiempo como la Iglesia, en forma del personal eclesiástico, aquí continúa. Esta es la razón para que la gente siga. La Iglesia les da a Dios y donde está Dios hay esperanza y luz en la oscuridad.
¿Qué tipo de proyectos está apoyando ACN en estos momentos en la RDC?
Regina Lynch: En la parte oriental de la RDC ayudamos, entre otras cosas, a construir casas sacerdotales e iglesias, así como en la formación del clero. En la región de Bukavu tuvimos algunos proyectos de reconstrucción tras los terremotos de 2005 y 2008. También proporcionamos ayudas a la subsistencia para religiosas, en particular a las Hermanas de la Resurrección. Estas religiosas estaban en buen camino de ser autosuficientes cuando se extendió la violencia en la región, lo que les obligó a cerrar siete de sus casas; algunas religiosas fueron asesinadas. Otro proyecto importante es la ayuda para los retiros anuales de sacerdotes,porque la presión psicológica a la que se ven expuestos es realmente alta. Asimismo, proporcionamos estipendios de Misas y ayudamos al apostolado familiar, que aquí es muy fuerte.
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