En la Diócesis de Gizo, en las Islas Salomón, viven el Jubileo de una forma muy especial: con la peregrinación de la Puerta Santa itinerante
Por Mónica Zorita y Maria Lozano
Los integrantes de la Pastoral Diocesana de Gizo decidieron que si la población aislada no podía llegar a la catedral para cruzar la Puerta Santa, sería la Puerta Santa la que recorrería las parroquias y los pueblos para llegar a las personas “y llevar así el perdón y la reconciliación”, como explica a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada Mons. Luciano Capelli, obispo de Gizo. Se trata de una puerta de aspecto simple: de madera color marrón claro, de poco más de dos metros de altura y que podría ser la puerta de cualquier casa, pero con una diferencia: ésta es una Puerta Santa itinerante y “la hicieron los jóvenes estudiantes del taller-escuela de la región”, explica el prelado de origen italiano.
“Pero la puerta no se puede mover sola”, así que para transportarla de un lugar a otro se utilizaba una embarcación de madera -que es el transporte habitual- “íbamos en una barca de motor de 6 metros, en medio del Pacífico, por kilómetros y kilómetros de mar abierto”. Una situación que a pesar de la emoción no ha sido fácil, “a veces teníamos lluvia, a veces olas grandísimas, otras viento…”.
En cada poblado la Puerta Santa era recibida con una ceremonia especial.Flores, bailes, animales, vestidos folclóricos… y también “los guerreros defensores de las tribus” que con las caras pintadas de blanco y con faldas hechas con hojas secas “hacían una coreografía que es un rito de bienvenida oficial”, detalla el misionero salesiano en la entrevista. “Nos llamó especialmente la atención que a pesar todo el folclore cultural primaba la solemnidad y los fieles eran conscientes de la seriedad del momento”.
Después seguía una liturgia en la que se presentaba el sentido del Jubileo. Más tarde la vigilia de oración, la propuesta del sacramento de la reconciliación y después se abría el diálogo entre personas y grupos en conflicto invitándoles al perdón. “Estamos en lugares remotos, aquí no hay jueces ni abogados… la gente es la que hace la justicia, ellos tiene la ‘ceremonia de compensación’”, detalla Mons. Capelli, quien asegura que en esta realidad, el trabajo de evangelización de la Iglesia, así como el significado del perdón y la reconciliación, tienen un sentido muy importante.
¡Gracias de corazón, Papa Francisco!
La iniciativa de la Puerta Santa itinerante duró unos dos meses y recorrió alrededor de 20 poblaciones, “hubo una participación litúrgica jamás vista”. En cada pueblo o tribu estaban dos o tres días. “Lo más emocionante fue ver a la gente joven ayudando a los ancianos que no podían caminar para cruzar la Puerta de la Misericordia”, atestigua Mons. Luciano. Una experiencia que todo el pueblo de Gizo agradece a Papa Francisco. “Gracias por haber convocado el Año Santo que tanto ha ayudado a fortalecer las comunidades católicas locales y por hacernos sentir en comunión con Roma y con el mundo”, así se lo transmitieron al Santo Padre a través de una carta que el mismo Mons. Capelli le entregó en Roma.
“La peregrinación de la Puerta Santa itinerante creó una gran movimiento de solidaridad entre las comunidades”, asegura el obispo de Gizo, “fue un buen trabajo de equipo”. La gente en esta zona está aislada pero para celebrar el Jubileo “se reunieron para rezar, cantar, compartir” (…) “qué bonito cuando la gente perdona y se comienza de nuevo”.
El obispo volador
La diócesis de Gizo -de la que Mons. Capelli es obispo desde el año 2007- está formada por más de 40 islas esparcidas en un rango de 300 kilómetros, en las que se hablan más 10 lenguas diversas. Una diversidad y unas distancias que han dado a nuestro entrevistado salesiano más de un quebradero de cabeza. Así que a los 60 años y sabiendo lo importante que es para un obispo el estar cerca de la gente para animarles a seguir el Evangelio, decidió adquirir un ultraligero para poder llegar a los puntos más lejanos del territorio.
Los grandes cambios climáticos, la constante humedad, la falta de medios, la mala comunicación, la pobreza… no son pocos los problemas con los que luchan en la diócesis de Gizo. Una región donde la mayoría de las personas se dedican a la pesca y a la agricultura, siempre a un nivel muy básico.
La fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada ayuda a la diócesis de Gizo desde hace años en diferentes proyectos, como estipendios de misa para sacerdotes o con diversas ayudas para la formación de los seminaristas.
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